Estamos cerca del 7 de junio, día en el que por fin se terminará una de las contiendas electorales más ridículas. Candidatos de todos tipos y colores; candidatos que se presenta reformados y que no se atreverían a roban un peso, según dicen. Otros por el contrario, saltando de partido en partido para ver quien les da la posibilidad de ganar un lugar en el juego de las sillas. Otros candidatos sui géneris, como futbolistas, actores y hasta payasos.
Candidatos refritos y algunos convertidos en los últimos cartuchos quemados de sus partidos, grupos de poder que no han logrado formar generaciones de políticos ejemplares y que puedan ser contendientes en la batalla electoral; esto es todo lo que se puede aportar a una elección; esto es todo lo que los partidos creen que merecen sus ciudadanos; esto es todo lo que quieren que se traguen porque no hay más.
O qué decir del Partido Verde, ese partido enfocado a salvar a nuestra Pachamama, a nuestro planeta y que está a favor de la vida (apoyando la pena de muerte), con sus constantes flagrancias al sistema electoral y sus reglas, quien es amonestado, sancionado y castigado en innumerables ocasiones con penas que rayan en la ridiculez, como dejarlos sin espacios para la promoción del partido durante un día. Cabe recalcar que a estas alturas esto ya es un triunfo y una fortuna para nosotros como ciudadanos.
Una contienda agonizante y cuya mayor aportación de la mayoría de sus participantes es indicar, denotando lo malo del otro, donde es mejor decir por qué no votar por el contrario que dar los argumentos de los porqués emitir el sufragio a sus propias propuestas. Sencillamente una de las campañas más deslucidas, grises y con matices de corrupción en muchos lugares donde se elegirán a los próximos verdugos…perdón quise decir gobernantes de nuestro país.
La posición de la ciudadanía frente a este literal juego de las sillas es diversa y con matices que van desde la esperanza casi dogmática por un candidato o partido en particular, hasta la desilusión y rechazo total de estas elecciones.
La mayoría de los ciudadanos esperan el día que esta disputa por el voto ciudadano por parte de partidos y candidatos llegue a su fin. Candidatos que al mismo estilo de buitres esperan un cadáver con que saciar su hambre, buscan a como dé lugar convencer, amedrentar, comprar un tache en la boleta que les dé la oportunidad de vivir a sus anchas, mientras se lo permitan, en la silla del: gobernador, presiente municipal, diputado, senador, regidor, lo que sea, cualquier lugar es suficiente para vivir del presupuesto.
Otros más, ya hartos de las políticas corruptas de los gobernantes, y muchos otros hartos de campañas repletas de guerra sucia, de dimes y diretes, de fallos de uno u otro lado, de acusaciones, mentiras y demás bondades que permite la democracia y el juego por la silla en nuestro país.
Al final todo se resume en dos posturas el día de la elección: ir a votar, participando del ejercicio ciudadano; de aportar a la democracia del país; de votar “por el menos peor” o el menos malo”; de participar en la elección anulando el voto para lanzar un mensaje de: Todos son iguales y ya estamos hartos. O la postura que otros tomaremos de dejar pasar la elección, no participando de un circo de tan mal gusto, costoso y que a la postre atenta contra el intelecto de los mexicanos.
Los partidos han llegado al grado de producir en su filas, si es que no les han sido importados de otros partidos, a cualquier individuo que logre dar poder y seguridad a su círculo político, la ciudadanía no vale durante tres años, solo vale durante unos cuantos meses de estas campañas denigrantes, para ser relegados al olvido después del triunfo electoral.
Bien lo comentó el subcomandante Moisés, miembro del EZLN: “si el mismo mandón es quien organiza las elecciones, el que dice quién es candidato, el que dice cómo se vota, cuándo y dónde, el que dice quién gana, el que lo anuncia y el que dice si es o legal o no” ¿qué podemos esperar?
Las candidaturas independientes parecían un revitalizante para la política mexicana, pero el juego de las sillas es dispar para ellos, y en algunos casos se agradece esa disparidad ¡qué bueno! como el mencionado payasito que aspira, eso fue, ya no lo sé, a ser candidato en Guadalajara. Payaso que le niegan la candidatura a la presidencia municipal por falta de firmas, donde recurrió a mañas y trampas para “hacer firmar a los muertos”, y unos días antes de acabar con el tiempo de campaña se le restituye, se mandan a reimprimir boletas y casi se le termina pidiendo perdón, insisto ¿qué podemos esperar? Esto es una afrenta contra la dignidad de los ciudadanos que si creen, o creían en la democracia y en sus instituciones.
Otras candidaturas independientes como las de Pedro Kumamoto que parece ser un ejemplo de lo que los cánones políticos mandan y supone así deberían de ser los candidatos y aspirantes a puestos públicos, lucha en un distrito donde las clases sociales están muy marcadas, las clases altas están enfrascadas en votar por el PAN, bastión histórico de este partido, mientras que las clases bajas son felices votando por el PRI; esta es la incongruencia, si se quisiera cambiar, el joven Pedro Kumamoto arrasaría con el distrito y con la elección, pero no es así, tristemente la ciudadanía teme al cambio, la da miedo estar peor que antes, y vaya que en México somos expertos en ese tema, cuando pensamos que estamos mal y hemos tocado fondo, llega alguien a decirnos que aún podemos caer más profundo, para muestra estas campañas, ¿qué tendremos que vivir o esperar para las elecciones del 2018?
Ir a votar por éste o aquél, anular el voto, abstenerse, todas son opciones y todas llevan al mismo final, la indiferencia del gobierno ante la población; la falta de propuestas pero sí la cantidad de descalificaciones de unos a otros todo por ser parte de la silla del poder.
Ejemplos sobran, un futbolista como Cuauhtémoc Blanco siendo candidato de un partido, que ni él conoce, por eso incita a sus seguidores a votar por otro partido; un seudo famoso de nombre Patricio Zambrano, conocido por participar en un reality show, ahora es el flamante candidato del PT (Partido del Trabajo) por la alcaldía de Monterrey, quien en un debate televisivo enfrentó y casi se lanza a los golpes con el candidato del Partido Humanista ¡Procurador defiéndeme! Fueron sus palabras después del altercado, y a nosotros quién nos defiende de estas joyitas sociales a las que se les da el poder de gobernar.
Y para cerrar con broche de oro esta fatídica querella electoral, futbol para divertirse y pasar un rato agradable el día de la elección. Así nomás, lo merecemos claro, después de soportar cada cinco segundos un mensaje del partido que me necesita ahora para tener un lugar en el poder pero que me ha ignorado durante años. Posiblemente noventa minutos nos hagan vibrar más con once jugadores que con la infinidad de candidatos sin ton y son que hemos visto día y noche en cualquier rincón de la ciudad.
Por esto y mucho más he decidido no participar en este circo, en este espectáculo tan denigrante y poco integrador, si mi voto vale tanto como me lo han repetido hasta el cansancio, entonces tengo que darle el valor que se merece y no puedo aceptar esta burla de elección. Si mi voto cuenta, entonces que cuente dentro de aquellos que somos mayoría en la abstención y lanzamos el mensaje de: Ninguno es lo que nos merecemos. Si el acto de votar, para algunos es la acción más liberadora y patriótica del ser humano no se puede denigrar a otorgarlo al menos malo o al menos peor.
Si el voto tiene el valor de trasformar entonces que se pida lo mismo a quienes buscan obtenerlo.
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