El pasado 25 de octubre dio la vuelta al mundo la noticia de la ejecución de Reyhaneh Jabbari, la iraní que presuntamente fue violada por su agresor, Morteza Abdolali Sarband, un cirujano y ex empleado del Ministerio, quien posterior a la violación fue asesinado en defensa propia por Jabbari. Según las noticias y los medios de comunicación, la iraní tuvo tuvo un juicio turbulento y sin una pizca de justicia.
Como ocurre en infinidad de casos, la noticia de una mujer lapidada o condenada a la horca en un país islámico, además de ser una suceso que acapara espectaculares y se corre como pólvora, es también un motivo para lanzar una cruzada en contra del mundo islámico y mostrar su “retroceso” en el ámbito de justicia y derechos humanos; lo interesante es que estas ejecuciones son difundidas siempre y cuando sean países que no estén alineados a los intereses de los poderosos países imperialistas.
Irán, y lo que ocurre en ese país, es un gran pretexto para lanzar una propaganda anti islámica. Casi nunca se da una noticia del reino presidido por la familia Saud, estamos hablando de Arabia Saudita, donde las ejecuciones están a la orden del día y se incrementan año con año; pero esto muy remotamente es noticia, pues este país es el socio comercial en la venta de hidrocarburos del país de las barras y las estrellas, y a la larga presentar noticias de este tipo podría causar controversia, por lo cual es mejor no decir nada.
Aquí hace su entrada una organización quien es la que promociona y difunde toda clase de noticias, incluyendo la de la joven Reyhaneh Jabbari. Estamos hablando de Amnistía Internacional, está organización que se presenta como la emancipadora de la justicia y enarbola la bandera de respeto por los derechos humanos, especialmente por la voz de la mujer
Dentro de sus escabrosas entrañas se encuentran algunos miembros ex trabajadores del Departamento de Estado de los Estados Unidos o algunos millonarios que seleccionan cuidadosamente las campañas que necesitan ser difundidas, más allá de abogar por una contundente lucha y favorecer los derechos de las personas, buscan beneficiarse mostrándose como paladines de la equidad y rectitud luchan por los derechos de las personas.
Las campañas de Amnistía Internacional, principal promotora de la campaña a favor de la liberación de Reyhaneh Jabbari, siempre están cargadas de consigas conmovedoras y gritos de libertad, pero siempre encausados hacia los intereses de países occidentales y en contra de países enemigos de estos.
Es tan común ver campañas defiendo a individuos en contra de las administraciones de estados como Irán, Siria o Irak, promoviendo los derechos humanos, pero tan extraño que nunca se hable de la liberación de niños palestinos secuestrados o detenidos por Israel, por citar un ejemplo.
Nunca se habla de una campaña en contra de las guerras provocadas por la OTAN o sus aliados, pero sí se lanza un grito contra regímenes que están en contra de estas organizaciones, como fue el caso de Libia, o con la situación de armas de destrucción masiva en Irak que derivo de una invasión y una clara merma a los derechos de la población y una absoluta afrenta con el derecho internacional.
Amnistía Internacional lanza sus campañas para dar a conocer las atrocidades de gobiernos de mayoría musulmana, pero extrañamente no habla de Qatar, Bahrein, Emiratos Árabes, países donde se cometen cualquier cantidad de vulneraciones a los Derechos Humanos.
Es una tragedia lo acontecido con Reyhaneh Jabbari, y más si fue víctima de una violación, pero lo que es lamentable es que Amnistía Internacional solo sea un instrumento más de los poderosos; que sus denuncias estén enfocadas a una lucha política y a provocar conflictos internacionales más allá de tratar de resolver las injusticias en el mundo.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Fernando Ortiz C.
@geopoliticaintl
Sé parte de la conversación