En estos días, los representantes de las veinte economías más importantes del mundo (conocido como G-20), se reúnen en la ciudad australiana de Brisbane, donde la agenda marca temas como: el ébola en África y sus repercusiones en el mundo, la amenaza del Estado Islámico para los países y economías de la región, y la olvidada pero difícil situación de Ucrania y la injerencia de la Federación rusa dentro de este conflicto.
Los países pertenecientes a este grupo representan el 85% del PIB mundial, controlan el 80% del comercio en el mundo y tienen en conjunto dos tercios de la población mundial; sus miembros son: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.
Para muchos, una reunión de protocolo, para otros una cumbre que sólo beneficia a unos cuantos, y para otros más el escenario perfecto para exigir y mover las piezas del ajedrez mundial. Sea cual sea su resultado sucedieron dos hechos sumamente importes que no deben de pasarse por alto.
El primero, la salida precoz del mandatario ruso Vladimir Putin, el cual fue señalado como un peligro para desatar una nueva crisis mundial. Las amenazas y posibles sanciones de los países occidentales y europeos liderados por Barack Obama, fueron el detonante para la salida de la cumbre de Putin, quien dijo: “estar satisfecho con el resultado y con el ambiente”.
Parece que una “Nueva Guerra Fría” está gestándose, a lo que parece no ceder el mandatario ruso, pesé a las sanciones impuestas y a las constantes críticas recibidas a nivel mundial por su intervención bélica en Ucrania.
El segundo caso interesante son las protestas suscitadas por la desaparición de los 43 normalistas desaparecidos en México. El repudio hacia el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto fueron constantes por parte de jóvenes que se congregaron en diferentes ciudades: Sidney , Hobart, Canberra, Adelaide, Perth, Melbourne y Brisbane.
Parece que la presión internacional empieza a ser un factor crucial en contra del gobierno de Peña Nieto, ya que anterior a la cumbre se han dado muestras de apoyo a las familias de los estudiantes, y consignas exigiendo la renuncia del presidente. Países como Egipto, Chile, Inglaterra, España y hasta las remotas tierras caucásicas de Georgia o la isla caribeña de Puerto Rico, se han unido al grito de justicia y piden esclarecer los hechos de tal terrible situación.
En ambos casos, tanto la situación de Rusia en Ucrania como la desaparición de los 43 estudiantes ha rebasado las fronteras geográficas y se ha convertido en un problema global, donde los ojos del mundo están pendientes de lo que ocurra, generando una presión internacional que sin duda es un factor importante para producir cambios desde afuera hacia dentro de cada uno de estos países, ya sea mediante sanciones económicas o una intervención puntual de inversionistas que pueden ver un peligro las ventajas o desventajas de invertir en países con conflictos bélicos o sociales que impactan a la comunidad internacional.
La cumbre del G-20 parece quedarse corta ante los problemas mundiales, y resoluciones económicas, pero deja claro que los conflictos nacionales ahora son internacionales, y que no se es ajeno a pesar de las distancias de lo que ocurre a lo largo y ancho del planeta. Esperemos pues, que sucede con esta cumbre y veamos los resultados que se presentarán en el año 2016 en China.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Fernando Ortiz C.
@geopoliticaintl
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