Por Andrei
La descalificación entre políticos en México es normal: pintar al adversario como enemigo común, resaltar sus defectos personales, ridiculizarlo, de ser posible, haciendo uso de argumentos absolutamente ajenos a la administración y al servicio público.
En el contexto de las elecciones a la gubernatura del Estado de México hay un particular esfuerzo por atacar a Delfina Gómez, y el miedo es la razón.
De acuerdo con una encuesta realizada por Grupo Reforma y una más de El Economista, a pesar de su corta carrera política, la morenista se mantiene en el segundo lugar de las preferencias de los electores, con tan sólo 1 a 3.2 puntos porcentuales por debajo de Del Mazo.
¿Cómo no va tener temor el PRI de una posible alternancia luego de su cacicazgo en la entidad y, aún más, de uno de izquierda (con lo que esto último signifique en nuestro contexto histórico)?
¿Cómo no va a tener temor el PAN del triunfo de Morena en Edomex cuando esto cifra de forma significativa las elecciones presidenciales del 2018?
Delfina es un títere, es incapaz, está manipulada, es mentirosa, es inexperta, es un peligro, sostienen.
Por supuesto que Delfina Gómez no ha de ser intachable.
Recientemente El Economista la señaló por haberse otorgado un pago de 300 mil pesos netos por conceptos de gratificación extraordinaria y finiquito laboral al concluir su presidencia en Texcoco, aunque ella defiende la legalidad de la acción -declarada en su 3 de 3- y no se le ha comprobado un manejo inadecuado de recursos.
Y mucho de cierto hay en aquello de que está a un paso de colocarse en la punta de las preferencias gracias al espaldarazo de Andrés Manuel López Obrador, líder nacional de Morena, pero se le reprocha el respaldo del un político como si los otros candidatos no contaran con ello (Del Mazo, particularmente, ha tenido un apoyo descarado -e ilegal- por parte del Gobierno Federal).
Lo interesante es quiénes la descalifican.
Lo hace Josefina Vázquez Mota, candidata por el PAN y acusada de haber recibido unos 900 millones de pesos del Gobierno Federal a través de su fundación Juntos Podemos, familiar de siete personajes acusados de recibir 17 millones de pesos a través de empresas fantasma y quien se caracterizó como diputada por su ausencia y falta de participación.
O Alfredo del Mazo, candidato por el PRI, miembro del Grupo Atlacomulco, nieto e hijo de ex gobernadores del Estado de México, primo de Enrique Peña Nieto, ex alcalde de Huixquilucan, gestión durante la cual no existió cambio sustancial a la situación de la violencia e inseguridad, la pobreza y desigualdad, acceso a educación y servicios; e involucrado en el caso de la muerte de la niña Paulette.
Enrique Ochoa Reza, Felipe Calderón, Claudia Ruiz Massieu, Alejandra del Moral, Ricardo Anaya… ¿no se muerden la lengua?
El defecto de Delfina
Usuarios de redes se burlaron de la candidata esta semana, pues en una entrevista dijo “nadien” en lugar de “nadie”.
Como candidata, personaje público y maestra en educación debería, efectivamente, eliminar sus vicios de lenguaje y perfeccionar su oratoria.
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