Durante años nos inculcaron la idea que los mexicanos somos flojos, que no trabajamos y descansamos demasiado. Sin embargo, las estadísticas nos dicen otra cosa.
El estereotipo internacional del mexicano es que vivimos con un sarape dormidos bajo un cactus, pero la imagen es errónea. Nuestro problema en realidad es que, a pesar de dedicar mucho al empleo, solemos ser improductivos o darle poco valor agregado a nuestro esfuerzo. En las escuelas, la mayor parte de las actividades son cosas que no benefician a la enseñanza y por ello el aprendizaje es muy limitado.
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