“Hemos vivido durante 40 años con una jornada de 40 horas semanales y ahora buscamos una sociedad que tenga bajas de enfermedad más altas y jubilación anticipada”
Suecia ha sido a lo largo de la historia un laboratorio de iniciativas para buscar el balance entre trabajo y vida privada como parte de un ideal colectivo que asume que tratar bien a los trabajadores es bueno, sin más. Muchas instituciones suecas utilizan un sistema de horas de trabajo flexible, con bajas de maternidad y paternidad y políticas para el cuidado de los niños que se encuentran entre las más avanzadas del mundo.
El experimento desarrollado en Svartedalens va más allá al optar por una semana de 30 horas obligatoria. Una auditoría publicada a mediados de abril concluyó que el programa había reducido el absentismo de manera importante durante su primer año en vigor. También que mejoró la productividad y la salud de los trabajadores.
Hemos vivido durante 40 años con una jornada de 40 horas semanales y ahora buscamos una sociedad que tenga bajas de enfermedad más altas y jubilación anticipada”, dijo Daniel Bernmar, líder del partido de la izquierda en el ayuntamiento de Gotemburgo, responsable del experimento y que espera convertirlo en pauta política.
“Queremos abrir el debate en Suecia sobre cómo la vida laboral debería basarse en mantener el Estado de bienestar durante los próximos 40 años”, dice.
Sin embargo en la ciudad hay un movimiento de reacción. Quienes se oponen califican la idea de ser una tontería utópica. Si Gotemburgo, por no mencionar todo el país, adoptara una jornada laboral de seis horas diarias, según ellos, se resentirá la competitividad de la economía.
“Es el tipo de pensamiento económico que ha metido en problemas a otros países de la Unión Europea”, dijo Maria Rydén, la vicealcaldesa de la ciudad, del Partido Moderado, que está en la oposición y lidera la campaña contra el experimento. Sus argumentos: más costes para el contribuyente y que el gobierno no debe inmiscuirse en los lugares de trabajo.
“No podemos pagarle a la gente para que no trabaje”, añadió.
Un modelo similar también ha levantado una fuerte controversia en Francia desde que el gobierno socialista aprobó una semana de trabajo de 35 horas en el año 2000. Las empresas se quejan con el argumento de que ha reducido la competitividad y ha aumentado mucho los costes sociales a la hora de contratar nuevos empleados. Los sindicatos la defienden porque creen que defiende a los trabajadores de jornadas laborales demasiado largas.
“Pensamos que una jornada laboral más corta nos obligaría a contratar más pero no ha resultado así porque todo el mundo trabaja con mayor eficiencia”, dijo Maria Brath, que hace tres años creó una empresa que optimiza búsquedas en internet con sede en Estocolmo y aplica la jornada de seis horas. La empresa, que tiene 20 empleados, ha doblado sus ingresos y beneficios cada año.
El año pasado, la unidad de ortopedia pasó a 89 enfermeras y médicos a la jornada de seis horas. Contrató a 15 empleados más para compensar las horas de trabajo que se perdían y ampliar las horas de quirófano. El experimento salió caro, unos 123.000 dólares al mes, según su director ejecutivo, Anders Hyltander, pero desde entonces, casi nadie se enferma y tanto enfermeras como médicos son más eficientes.
Aunque una jornada de seis horas puede adaptarse bien para organizaciones pequeñas, las empresas más grandes no muestran prisa por aplicarla. Otras ciudades de Suecia que habían probado antes una jornada laboral más corta decidieron abandonarla. En la ciudad de Kiruna, al norte del país, las autoridades municipales dieron marcha atrás con las seis horas para sus 250 empleados después de 16 años de aplicación. La razón: costes altos y resentimiento entre quienes no eran parte del programa.
Aunque es un sistema que en inicio puede elevar los costes, los resultados lo compensan en exceso, por lo que sería interesante si en México llegaran a aplicar este modelo de trabajo.
Fuente:The New York Times.
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