Una especialista expuso los motivos y consecuencias de la persistencia de esta práctica
También aclaró que la mayoría de los casos se dan en Chiapas, pero otros también suceden en estados como Guerrero y Oaxaca
Los matrimonios forzados de niñas con adultos a cambio de dinero y con el permiso de sus todavía son una práctica común en distintos estados del país con altos índices de pobreza afirmó la investigadora Teresa Olvera, directora del colectivo Asesoría, Capacitación y Asistencia en Salud AC.
La especialista explicó que estos intercambios se dan de manera mercantilizada, pues antes esta práctica se daba a cambio de refresco o pan, alimentos dentro de la conocida dote, sino que ahora es con pagos en efectivo.
Aunado a que las menores son forzadas a contraer nupcias con adultos que las adquieren gracias a dinero, y a quienes muchas veces ni siquiera conocen, los padres de las niñas les prohíben convivir con muchachos de su edad, sobre todo para impedir la posibilidad de algún noviazgo.
Olvera destacó que si bien no todos los casos de esta prácticas suceden en comunidades indígenas, la mayor parte de ellos ocurren en dichas zonas y varios pueblos originarios reivindican estos intercambios bajo el argumento de que se trata de una práctica histórica, dentro de su sistema de usos y costumbres.
De acuerdo con la investigadora, no existen datos duros para conocer el número de niñas y niños que son víctimas de matrimonio forzado con un adulto; sin embargo, la indagatoria encabezada por Olvera notó que el fenómeno tiene presencia en aproximadamente 60 de los 123 municipios de Chiapas.
Pese a esto, la experta refirió que el matrimonio forzado de niños con adultos no es una práctica exclusiva de Chiapas, pues también se da en otros estados, los cuales presentan lo más altos índices de pobreza y marginación a nivel nacional, como Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Michoacán y San Luis Potosí, aunque no descartó la posibilidad de que existan casos en otras regiones o estratos sociales.
Olvera destacó la edad promedio de las víctimas de este fenómeno: 16 años y subrayó que la mayoría de las veces los matrimonios no consensuadas trastornan la vida y las expectativas personales de las menores y ciertos casos pueden estar relacionados a las trata de personas con el propósito de usarlas para explotación sexual o laboral.
Las consecuencias de las uniones forzadas son la pérdida de la libertad individual, y a la vez de de derechos comunitarios , hasta llegar a la ruptura total con la familia de origen de los pequeños, aunado a la maternidad forzada de menores cuyos cuerpos en muchas ocasiones aún no están preparados para la reproducción
De igual forma, se suelen presentar actos de violencia emocional, física y patrimonial que provocan depresión, alcoholismo, enfermedades de transmisión sexual e intentos de suicidio.
Olvera también aclaró que el fenómeno permaneció invisibilizado a lo largo de mucho tiempo pues se tomaba como una parte de los usos y costumbres de los pueblos indígenas. Incluso, hubo un tiempo donde la antropología positivista que no permitía la discusión. Esto maquilló la realidad: “se trata de una violación a los derechos humanos, pero nuestro papel es evidenciarlo”, finalizó la experta.
Fuente: La Jornada
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