El menor quedó por el momento al resguardo del DIF
El pequeño ya es considerado como “un símbolo mundial del éxodo de centroamericanos a los Estados Unidos”
Durante el trayecto que sigue la caravana migrante han surgido historias conmovedoras, como las de Mario David Castellanos Murillo, un niño de 12 años de edad que viaja sólo luego de huir de las pandillas denominadas Maras, las cuales azotan a varios países centroamericanos.
El menor quedó por el momento al resguardo del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), pero guarda la esperanza de encontrar una oportunidad de salir adelante.
Mario relató que salió solo de su natal Honduras “por las maras, por mucho ladronismo, por todo”, para integrarse a la caravana de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, documentó Noticieros Televisa.
Explicó que primero quiere reintegrarse a la caravana y luego seguir su camino hacia el sueño americano, “primero esta caravana va para México primero, después para Estados Unidos”, afirmó.
El pequeño viajaba sólo en la caravana, situación que lo llevó a ser considerado en Honduras como “un símbolo mundial del éxodo de centroamericanos a los Estados Unidos”.
Sin embargo, dos días después de que se conociera su caso fue detenido por la policía federal mexicana, cuando los migrantes rompieron del puente fronterizo en Ciudad Hidalgo, por donde pretendían pasar.
“Me golpearon no sé cómo fui a caer, cuando desperté vi que ya era de noche, fue cuando amanecí, como en una cárcel amanecí, encarcelado”, narró Mario.
El menor fue ingresado a la estación migratoria de Tapachula y ahora permanece encerrado en un albergue para menores migrantes del DIF.
“Me dijeron que me iban a dar los papeles (para legalizar su situación migratoria en México) y todo, pero nada”, apuntó Mario.
Por ello, expresó que se siente “triste, porque no sale nada uno, no mira nada. Que me deporten para volver otra vez”, señaló.
El niño migrante no sabe leer ni escribir, ya que en Honduras no tuvo la oportunidad de ir a la escuela, “mi papá ganaba muy poquito pisto y tenía que pagar multa solo por entrar a la escuela”, recordó.
Comentó que para poder ingresar a la escuela le cobraban “500 lempiras, no tenía ni para comer, ni para comer, cuatro años me pasó lo mismo, ya cuando iba a entrar a la escuela, mi papá no tenía pisto”.
Entonces él tenía que ponerse a vender chicles en las calles y en el centro de San Pedro Sula para ayudar a su familia y así sobrevivir, aunque lo que ganaba eran sólo “unos 200 pesos pero siempre lo volvía a meter”, dijo Mario.
Mario también le pidió a los ciudadanos de México que lo ayuden y que no lo regresen a su país, pues tiene miedo de que las maras lo asesinen por no haberse integrado a sus filas.
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