Por Alejandro Páez Varela
Repentinamente, el futuro de la Nación depende del Nuevo Aeropuerto. Notas día y noche; programas de televisión y radio; ocho columnas durante una semana en los periódicos más beneficiados con los insólitos 40 mil millones de pesos que ha gastado el Gobierno federal en imagen. La noticia no es noticia: que Andrés Manuel López Obrador va a suspender la obra si gana la Presidencia. Lo dijo hace una semana y lo dijo hace un año o dos y la Auditoría Superior de la Federación parece darle la razón: es una obra faraónica, sí, que nos va a costar miles de millones más de lo planeado; es una obra oscura, llena de dudas, que tiene un retraso escandaloso y que ya repartió miles de millones a empresas poderosas ligadas a la élite. Que AMLO se oponga no es noticia, pero volvió a ocupar las portadas. ¿Por qué?
La semana pasada escribí sobre las posibilidades que tienen los opositores para desinflar a López Obrador. No tenía la intención agregar a ese texto, pero una cascada de datos me fueron llegando: me he obligado a escribir una especie de segunda parte: cómo mantenerlo arriba, o incluso cómo hacerlo crecer. La visión es la misma: ver oportunidades y riesgos; pensar como pensarían los gañanes de la estrategia, de un bando o de otro. Y empiezo justamente con el ejemplo del Nuevo Aeropuerto, que antes se llamaba “NAICM” (…de la Ciudad de México) y ahora simplemente “NAIM”, es decir, de México. La obra que todos estábamos esperando, pues. La obra que sacará a México de su miseria. La obra que DEBE existir porque si no, dice José Antonio Meade, caeremos en la desgracia.
(Por mí, por cierto, que clausuren el chingao Aeropuerto y que apliquen una auditoría tornillo por tornillo porque huele a reparto masivo de recursos públicos, en un país con 53 millones de pobres, entre un puñado que debe ser exhibido y llevado ante la justicia).
Yo creo que AMLO debe dejar de hablar del Nuevo Aeropuerto y regresar a su agenda. Y aquí empiezo con uno de los temas de este texto. Para mantener sus votos, el candidato de izquierda debe evitar que lo acorralen en el ring, que tiene más de una esquina. Debe escoger en dónde y a qué horas se quiere fajar. Mientras, jab y jab. El Nuevo Aeropuerto NO es el gran tema de México: son la corrupción, el saqueo, la violencia, la desigualdad, la pobreza, la injusticia, la impunidad. Conté siete esquinas del mismo ring. Que use esas siete esquinas para moverse. No la esquina del chingao Aeropuerto, que es adonde lo han llevado para acorralarlo. Le disparan a su antojo mientras él responda. El jab no es un golpe de box contundente: es el brazo como resorte, buscando extenderse en horizontal con dos propósitos: pegar quedito y continuo, y mantener alejado al oponente, que en este caso son un montón de oponentes: empresarios, candidatos, Gobierno federal, medios, PRI, PAN, PRD, los Calderón, los Claudio X (y aliados), Carlos Salinas, etcétera. Pero para poder escabullirse, necesita querer escabullirse. Viene el primer consejo: AMLO no debe calentarse. No debe caer en los temas que le extienden. No debe aferrarse a contestar todo. La mayoría de los mexicanos no tiene registro de qué es el chingao Aeropuerto. Pero los opositores usan el nuevo Aeropuerto para decir: “Miren, miren, qué irresponsable y necio es”, “Miren, miren, qué radical”. Corrupción, saqueo, violencia, desigualdad, pobreza, injusticia, impunidad. Que no lo calienten: allí están sus esquinas, y no son menores.
El análisis de metadatos de la Unidad de Datos de SinEmbargo indica que Ricardo Anaya ya bajó el perfil. Chequen sus cuentas de redes: ahora tuitea buenos propósitos y encuentros con sus bases. Se acabaron los ataques al Presidente Enrique Peña Nieto y el Gobierno federal ya le bajó a la “investigación” por lavado. Y, claro, Anaya bajó ya en las encuestas. Me suena a un arreglo con Presidencia. Ahora, con Ricardo Anaya encaminado en la ruta de Josefina Vázquez Mota (como en Edomex) viene lo bueno. Dice el consolidado de encuestas de Bloomberg que Meade ya está décimas encima de Anaya (corte al 18 de marzo: Meade 24.70, Anaya 23.70) y toda la estrategia ha cambiado. Ahora es golpear a López Obrador. Duro. Como esta semana. López Obrador, entonces, debe movilizar su cuarto de guerra. O el cuarto de guerra lo debe movilizar a él: Tatiana Clouthier debe responder a los ataques, no AMLO; deben meterse Esteban Moctezuma, Alfonso Romo e incluso Claudia Sheinbaum. Se deben diluir los ataques directos a AMLO: desviarlos hacia otras figuras que respondan con cifras, números, y desvíen los temas hacia las esquinas que valen la pena. ¿Qué busca el Gobierno federal? Convertir a Meade en una alternativa “ciudadana” para captar el voto que se le fue a Margarita Zavala y se le escapa a Ricardo Anaya; alejar a Meade del fracaso del PRI como gobierno y presentarlo como la alternativa “neutral” para captar el voto moderado. Y para presentarlo como “presentable”, hay que alejarlo de corrupción, saqueo, violencia, desigualdad, pobreza, injusticia, impunidad. Todo lo que significa el PRI. Entonces el nuevo chingao Aeropuerto es una muy buena oportunidad para salirse de los temas que importan.
El equipo de AMLO debe contraatacar no sobre las mismas bases. Bebe responder… metiéndose al nicho de Meade. Ir un paso adelante: lanzarse por el voto moderado. ¿Cómo?
Esta semana, dos personas en dos ciudades distintas me hablaron de dos chats de WhatsApp de los miles que hay. Uno de los grupos es de mujeres, otro es de empresarios de medio nivel y alto. En esos chats se deposita a diario información distorsionada de AMLO. Se comparten memes inocentes pero también videos bien armados, poco pesados y sin firma, que hablan de los “horrores” de elegir a López Obrador. Quizás no sea Cambridge Analytica, pero aquí hay microfocalización o microtargeting. En esos chats está uno por voluntad propia, entonces es un núcleo de “perfiles psicológicos únicos”, como se clasifican en la actualidad. En realidad hablo de ésos chats de WhatsApp para ampliar espectro: AMLO tiene que ir por mujeres y clase media-media alta a la voz de YA. Debe generar estrategias para informarlos de su proyecto. Pero YA. Va tarde. Debe contrarrestar la campaña de desinformación, informando. Tranquilizando. Y debe usar las mismas herramienta: a mediados de 2017 salieron varios videos de él y de su proyecto; unos con dibujos, al estilo de lo que hace Slavoj Zizek: pues a darle, ya. A circularlos masivamente en chats; que sean hechos para chats. Creo que a AMLO le falta dejar de predicarle a los conversos: ya los visitó durante años a sus rancherías, a sus pueblos; ya son, podría jurar, de él. Ahora debe ir por mujeres y clases media y media-alta. Ya. ¿Qué dice AMLO de los feminicidios? ¿Qué dice de las extorsiones? ¿Qué piensa sobre la inversión privada? ¿Qué hará por los negocios? ¿Cómo ayudará a las madres solteras? ¿Cómo se beneficia una profesionista con sus propuestas? Ya. Ahora mismo. Va tarde. Material para chats y para Facebook a la voz de ya. Pst, pst, los que traen esa encomienda: las campañas negras contra AMLO de años pasados siguen causando temor en clases media y media-alta. Allí están sus objetivos: a informar. Necesitan una gran campaña. Cada día que se tarda, pierden votos. Pero si se meten a tiempo, que es meterse ya, podrían jalar votos nuevos.
En general, creo que el equipo de AMLO debe darle una segunda pensada a su estrategia digital. Con prisa. El simpatizante de Morena es un férreo defensor de su causa en redes, pero se sale de registro cuando no está invitado, como en los chats. Con la misma prisa, alguien necesita organizarle a AMLO uno o varios encuentros, juntos o separados, con nuevos medios. Sé de lo que hablo. ¿Por qué sí acude con Ciro Gómez Leyva, con Carlos Marín o con Carlos Loret, y desapareció de con Carmen Aristegui, no lo veo con Animal Político, con SinEmbargo y otros digitales que tienen más influencia y penetración que casi todos los impresos nacionales? Hay una enorme oportunidad allí, perdida. López Obrador se queja del maltrato de los medios tradicionales, pero no busca a los digitales. Contrasentido. No abundo mucho más porque yo tengo conflicto de interés al abogar por algo en lo que estoy metido, pero creo que allí hay una oportunidad que se debe aprovechar.
***
Cualquier estrategia para mantener en sus niveles o hacer crecer a AMLO está hermanada con la de cómo desinflarlo. En mi texto anterior hablaba sobre tres grandes retos: los debates, la gran-bomba-que-le-va-a-estallar-en-cualquier-momento y el efecto chachalaca. Cuando digo que López Obrador no debe calentarse, toca cables con el efecto chachalaca, por ejemplo. Y así.
AMLO suele decir que es un terco porque para cambiar un país se necesita ser realmente necio. Sobre todo un país como este. Pero la estrategia de su equipo no tiene por qué caminar por los pasillos de la obstinación. Debe experimentar, debe buscar, debe ser aguerrido. A AMLO le falta dirigirse a las clases media y media-alta de alguna manera; tiene que, al menos, bajarles los nervios. El “fifí” no ayuda, ahuyenta: ¿Moctezuma y Romo son fifís? ¿Qué define a un fifí? Esas generalizaciones, muy socorridas por el tabasqueño, no benefician en lo absoluto. ¿Toda la prensa es corrupta? Pues no: pero al generalizar, pone a muchos a la defensiva.
Viene ahora sí la batalla por la Presidencia. Hasta ahora todo han sido ensayos. ¿Sabrá AMLO adaptarse para mantener su ventaja? ¿Podrá reconocer que necesita ajustar algunas cosas para llegar más lejos?
Termino como empecé el texto pasado: Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Margarita Zavala se organizaron para llevarle buenas noticias, una tras otra, a Andrés Manuel López Obrador. Mi impresión es que eso es cosa del pasado. Creo que ahora se organizarán para darle con todo.
Y AMLO debe aceptar que no es indestructible y que eso, creerse indestructible, dos veces le arrebató de la Presidencia.
Sé parte de la conversación