Esta semana se celebró el Día del Maestro
Ya sea por la falta de escuelas, materiales o necesidades económicas, muchos niños de comunicades rurales abandonan sus estudios
Por Juventino Montelongo
Este lunes todos los medios de comunicación comenzaron el día dando la noticia de la muerte del periodista sinaloense Javier Valdez Cárdenas, asesinado a 12 balazos frente a las oficinas del semanario Río Doce, el cual ayudó a fundar.
Valdez fue uno de los periodistas que abordó el tema del narcotráfico con mucha entrega, profesionalismo y ética, lo cual se vio reflejado en otros comunicadores que también cubrían dicha fuente o manejaban temas relacionados con el crimen organizado.
Para muchos él fue un maestro, quien daba sus clases mediante sus artículos y libros publicados. Justamente su asesinato sucedió en el Día del Maestro y en un estado donde la educación rural es más que importante.
Acercarse a la educación en un estado o municipio controlado por el narcotráfico, la inseguridad o simplemente la falta de los servicios públicos más básicos hace que el trabajo de los maestros se complique más de lo normal.
Las dificultades a las que se enfrentan los maestros rurales
Diferentes maestros rurales aseguran que existen muchas dificultades que impiden la correcta impartición de clases, como la falta de aulas, la carencia de materiales, los problemas para llegar a la escuela o las limitaciones económicas.
Para los docentes rurales Érika Jiménez y Luis Enrique Romero, estas carencias se magnifican con el desinterés de los diferentes gobiernos, tanto locales, estatales y federales.
“Uno a veces tolera las dificultades, las sobrelleva, porque el trabajo lo hacemos por los niños. Estas dificultades no sólo son para los maestros, también afectan a los niños, ya que son los que tienen que pagar por este tipo de educación”, dijo Enrique Romero en entrevista.
Así, la educación que reciben es limitada, ya que muchos de los maestros rurales son jóvenes que no cuentan con mucha experiencia laboral como docentes, por lo que se llega a improvisar este tipo de educación.
Sin espacios para dar clases
Otro de los problemas es la falta de espacios, critica Érika, quien también da clases de náhuatl.
A ella le ha tocado dar clases en diferentes zonas del Estado de México, en donde gracias a la simulación de apoyos por parte de las autoridades han terminado trabajando en oficinas del PRI, esperando a que se desocupen un cuarto en donde en realidad dan clases de zumba.
Si de por sí muchos de sus alumnos hacen seis horas diarias de camino a la escuela, su educación se complica más con este tipo de carencias.
“Si la educación de los grandes maestros tiene errores, imagínate la educación que ofrecemos a los chavitos”, señala el maestro Romero, quien también da clases en el Centro de Enseñanzas de Lenguas Extranjeras (CELE) de la UNAM.
Un camión se convierte en el salón de clases
Luis Enrique recuerda que durante sus primeros años como maestro tuvo que dar clases incluso dentro de un camión, el cual había sido acondicionado como salón de clases en Jojutla, Morelos.
“Le dieron una pintadita, le quitaron las bancas para que adentro quedara más como un salón de clases”, narra. Pese a esto, el vehículo se encontraba a la intemperie, donde los rayos del sol lo calentaban y dificultaba aún más su labor.
Esta política de escuelas rodantes fue una política de la exprimera dama Marta Sahagún de Fox, recuerda Romero. “Imagínate, en esos lugares no hay papelerías”, dice el maestro, “no le puedes pedir a un niño una cartulina, o papel lustre, monografías”.
“¿En el interior de un autobús dónde pones un pizarrón?”, criticó. Sumado a que las clases que daba en ese “salón” eran multigrados, es decir, niños de diferentes edades tomaban la misma clase juntos.
Para finalizar, el catedrático también señaló que otro de los problemas es que muchos de los niños se ven obligados a ir a trabajar con sus padres durante las mañanas, por lo que al llegar a la escuela ya están cansados, así, el ausentismo se vuelve cosa de todos los días.
A pesar de que este problema parecería único de las comunidades rurales, según la Encuesta Intercensal del Inegi, de los 6.5 niños y niñas menores de cinco años, el 35.8 por ciento no van a la escuela, es decir, uno de cada tres.
Esto se adhiere a que el 26.5 por ciento de 6.4 millones de los jóvenes de entre 15 y 17 años tampoco estudia. Pese a estas cifras, el gobierno federal se encuentra impulsando un nuevo modelo educativo, sin siquiera corregir el que actualmente existe.
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