El asesinato de un agente de la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos cambió en febrero de 1985 la historia del narcotráfico en México.
Ese año, el agente Enrique Camarena fue asesinado por el llamado Cártel de Guadalajara, que lo acusó de haber provocado, tres meses antes, en el rancho ‘El Búfalo’, el decomiso de cuatro mil toneladas de mariguana, el más grande registrado hasta entonces.
Antes del asesinato de Camarena, el gobierno mexicano no había lanzado grandes operativos para frenar el avance de las organizaciones criminales que ya habían penetrado gobiernos estatales y municipales, así como cuerpos policiales. Pero el crimen obligó al gobierno de Miguel de la Madrid, presionado por Estados Unidos, a iniciar una cacería contra los líderes del Cártel de Guadalajara, antes conocido como la Organización de Sinaloa.
En ese 1985 se detuvo a los líderes Rafael Caro Quintero y Enrique Fonseca ‘Don Neto’. En 1989, ya en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, cayó el fundador del Cártel: Miguel Ángel Félix Gallardo.
Pero estas detenciones no terminaron con el grupo delictivo y mucho menos con la delincuencia organizada del país. Apenas sirvió para modificar el mapa del crimen organizado en México.
Sin los principales líderes, el Cártel de Guadalajara se dividió en tres: nacieron el Cártel de Sinaloa, el de Juárez y el de Tijuana, que dominaron, por décadas, las actividades del crimen organizado en México.
Y si entonces los grupos del narcotráfico sólo tenían presencia en diez estados del país, hoy están en la mayoría del territorio nacional y han extendido sus negocios a otros delitos que afectan directamente a los ciudadanos: secuestro, extorsión, robo…
Fuente: Animal Político
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