Para los pomuchenses, la limpieza de los huesos es un ritual de amor
El sepulturero llega a limpiar hasta cincuenta osarios de difuntos en un día
El Choo Ba’ak es una tradición prehispánica que se realiza cada año en la Villa de Pomuch, el municipio de Hecelchakán, ubicado a 65 kilómetros de la capital de Campeche.
Se trata de un ritual de celebración del Día de Muertos en la cual sacan los restos de sus familiares y limpian los huesos.
Cinco días antes del 2 de noviembre, los pomuchenses se dan cita en el camposanto para realizar el ritual milenario de nuestros ancestros mayas: limpiar y adornar el osario familiar de sus fieles difuntos.
El Hanal Pixan es la tradición que se lleva a cabo desde hace años en Pomuch, para que cada generación herede este acto de amor: el lavado de huesos de sus fieles difuntos, ponerles un nuevo paño para el resto del año y se sientan queridos, platicarles o cantarles una oración a la luz de las velas.
El pequeño y emblemático cementerio de Pomuch, es conocido internacionalmente por la limpieza de sus osamentas. Se encuentra ubicado a la entrada del pueblo de sur a norte.
Benancio Tuz Chi es uno de los dos sepultureros de este cementerio, una de sus tareas es la limpieza de huesos, labor que lleva realizando cerca de 16 años a solicitud de los pobladores. Tuz Chi platica que en un día llega a limpiar hasta cincuenta osarios de difuntos.
Para los pomuchenses, la limpieza de los huesos es un ritual de amor que realizan año tras año, pues con ello le dan la bienvenida a sus seres queridos, quienes regresan a visitarlos en estos días dedicados a ellos.
Una vez que alguien fallece, tienen que transcurrir tres años como mínimo para poder sacar el cuerpo, fraccionarlo y transportarlo al osario, señala Benancio. Posteriormente se podrá “lavar los restos óseos, hacerlo antes es imposible porque aún la piel está adherida a los huesos”, explica.
Las cajas donde son depositados los restos generalmente miden 30 centímetros de ancho por 60 de largo, de cualquier tipo de madera o de cartón para los más pobres.
Estos depósitos son llamados “osario” y ahí colocan un mantel blanco bordado con el nombre del difunto y de figuras que van desde ángeles hasta rosas, de acuerdo al sexo, la personalidad y la edad del ser querido. Las cajas deben permanecer abiertas con los cráneos en la cima de los huesos para que les de la luz del sol y el aire fresco, eso dicta la tradición.
La mayoría de las familias dedica un mes previo a la celebración del día de muertos, para bordar las servilletas de sus familiares y unos días antes comienzan los preparativos para poner si altar, sin embargo, si un familiar ha muerto recientemente, deben esperar un año para poder ponerlo ya que según la creencia, si no ponen ese mismo año, otro familiar fallecerá.
El 1 y 2 de noviembre se realiza la misa en el cementerio del pueblo y con ello culmina la celebración.
Fuente: Sin Embargo
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