Ron Gonen, un experto en reciclaje, tiene una buen idea para disminuir la contaminación que causa los excrementos de los perros y aprovecharlos para producir energía.
Su plan consiste en que las popos de las mascotas sean convertidos en energía que pueda alimentar el alumbrado público en parques.
Gonen plantea colocar unas máquinas para que los dueños de estos animales arrojen ahí los desechos de sus mascotas, en vez de echarlos a una papelera o la basura, y el aparato los transformará en biocombustible para iluminar el lugar.
Este programa, llamado Sparky Power, comenzará con una prueba piloto en tres parques de Nueva York durante un año y un coste de unos 100 mil dólares.
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