Raúl Libien y Ernesto Nemer se han convertido en trending topic los últimos días. Ambos son además caras de una misma moneda. Viva imagen de la vulgaridad –el primero– y de la indolencia –el segundo–, forman parte de una élite que se sabe, como dijera Fidel Herrera, en la plenitud del poder. La misma élite a la que pertenece Enrique Peña Nieto.
Raúl Libien Santiago es #LordMeLaPelas. La semana pasada fue exhibido por Arne Aus den Ruthen, “City Manager” de la delegación Miguel Hidalgo. El funcionario fue insultado vía telefónica por Libien, que resintió un operativo contra autos de su propiedad. Además, el empresario lo mandó golpear y sus escoltas le robaron un celular. Libien no sólo nunca ofreció disculpas por su insulto a una autoridad, sino que además se dió el lujo de pasar a la ofensiva en Twitter (@rlibien) en contra de Arne y de su jefa, la delegada Xóchitl Gálvez.
El gobierno de Peña Nieto es cliente frecuente del grupo de medios que dirige Libien, Ediciones AS y particularmente, de la revista Miled , cuya portada se dedica a hablar favorablemente de figuras de la política, la mayoría pertenecientes al PRI.
Desde que comenzó el sexenio de Peña, tanto Miled como AS han recibido más de 1 millón 116 mil pesos en contratos, para difundir propaganda del gobierno.
https://twitter.com/revistamiled/status/691426681576292353
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Según se pudo constatar en el portal de transparencia del Inai, la dependencia que más ha entregado contratos al medio de los Libien es la Secretaría de Hacienda, cuyo titular es Luis Videgaray, uno de los hombres más cercanos del presidente.
La SHCP ha otorgado 555 mil pesos en sólo dos contratos para “difundir campañas institucionales”; el primero es de abril a diciembre 2014, y el segundo es en el mismo periodo pero de 2015.
En tanto, la Secretaría de Economía le otorgó a Miled y AS, tres contratos que ascienden a más de 183 mil peso; Banobras le dio un contrato por 270 mil pesos en 2014; Conagua le dio 58 mil pesos por una inserción, ese mismo año y la SEP le dio uno más por 50 mil pesos para difundir los “beneficios de la reforma educativa”.
Además, este sexenio, los medios de Libien recibieron concesiones para operar estaciones de radio en AM y FM. El presidente de la revista, Miled Libien Kaui, incluso fue felicitado por Peña Nieto el mes pasado. Y #LordMeLaPelas ha sido felicitado por el propio secretario de la Defensa Nacional, según ha presumido él mismo:
@S_Cienfuegos_Z @revistamiled @EPN Gracias por la carta de felicitación de la Revista Miled,4 aniversario. pic.twitter.com/0UaYPz1Z4z
— Raúl libien santiago (@rlibien) February 14, 2016
En Twitter, a Libien lo siguen priistas de varias instancias, y las fotos de algunas de esas cuentas incluyen selfies con el presidente.
Nemer, por su parte, es el poderoso subsecretario de Desarrollo Social y Humano de la Secretaría de Desarrollo Social, dependencia encargada de combatir la pobreza, que se volvió tendencia el lunes luego de publicar una fotografía de un niño bolero que lo atiende, según él, cada vez que visita San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde se encontraba por la visita del Papa Francisco.
Luego de las críticas que recibió (Es decir, ¿Qué mejor manera de ayudar a los pobres que permitir a uno, aparentemente menor de edad, limpiarte los zapatos? ¿Qué mayor muestra de tu cercanía con las poblaciones vulnerables que exhibir tu foto con ese bolerito en la red social?), el funcionario eliminó el tweet, pero para entonces ya la noticia se había vuelto viral.
Los apellidos Libien y Nemer se cruzan en el Estado de México. En las redes sociales de internet se les encuentra en similares bases de datos.
Y, citando a Salvador Camarena, decir Ernesto Nemer es decir Peña Nieto.
Libien y Nemer, que, como El País recordaba, ya había protagonizado un escándalo por el caro reloj que portaba, son figuras del “Mirreynato peñista”, como lo bautizó Ricardo Raphael.
Libien y Nemer han pasado por estos incidentes como mucho otros, sin que les cause una llamada de atención o un rasguño en sus privilegios. El peñismo se ha vacunado contra esa clase de escándalos. Mediante bots y desdén, el gobierno federal lidiará estos episodios aferrado a la tesis expuesta por Raphael en Mirreynato. La otra desigualdad (Planeta, 2014):
“El Mirreynato es un régimen que se caracteriza por su mal gobierno. Para que las cosas cambien sería necesario que los intereses de las élites dejaran de ser los únicos predominantes, y para ello el 1.0 por ciento más rico del país tendría que someterse, como cualquier otro grupo de mexicanos, al imperio de la ley a través de un pacto social diferente. Tendrían que pagar impuestos según la proporción que les corresponde y las instituciones públicas deberían de blindarse frente a los embates y manipulación de su poder económico”.
Libien y Nemer. Uno grita: me la pelan. Otro busca unas monedas y quién le bolee los zapatos. Su líder, el presidente de la República, mira impasible el buen orden de las cosas en el Mirreynato.
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