El lunes 11 de agosto de 2014, presenciamos un hecho histórico para nuestro país. El Peñanietismo hizo de las suyas nuevamente y promulgó las leyes secundarias de la Reforma Energética que terminan por sepultar el idolatrado logro Cardenista de 1938 y abre camino a la explotación foránea de los recursos naturales de la Nación, un éxito muy buscado por el Neoliberalismo mundial.
Podríamos darnos el lujo de no adentrarnos en la mañosa y cínica demagogia que compone el documento y aceptar el suceso como una más de “algo” tradicionalmente corrupto. En los años 70´s López Portillo proponía acostumbrarnos a ser administrados con la abundancia, en los 90’s, Salinas de Gortari prometió beneficios para los hijos de nuestros papás y para los hijos propios con el Tratado de Libre Comercio pero la realidad es que ninguna de las dos desembocó en un beneficio presumible para el pueblo mexicano.
Ahora Enrique, el presidente probablemente más limitado de ideas en la historia de México, promete liberar al país de “ataduras que le han impedido desarrollarse y crecer”, mediante la explotación de las riquezas del país, por parte de las peores empresas extranjeras, y nuevamente, nos dejan contemplando que lo lograron.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
POR: Manuel Tenedor
@ManuelTenedor
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