Por Pablo Montaño
Buscamos culpables, señalamos villanos y nos enfurecemos con videos (terriblemente mal editados) donde el conteo de votos parece estar manipulado en favor del PRI. No entendemos, hace escasas semanas me atreví a vaticinar una derrota del PRI, juzgué mal su desesperación y hoy respiran airosos con su triunfo. Por más que lo desee, sé que el PRI no ganó por votos mal contados, los desfases entre los números en las casillas con los del PREP, difícilmente suman los más de 200,000 votos que le faltaron a Delfina. El fraude no está (sólo) ahí.
El PRI se robó esta elección a plena luz del día y lo hizo durante meses. Acostumbrados a la corrupción fuimos testigos de fondos millonarios que desaparecieron del presupuesto estatal y para los que no hubo investigación alguna. Vimos al gobierno federal volcarse en una estrategia descarada de eventos y apoyos que incluyeron a la primera dama y a los secretarios de primer nivel, pero el PRI es el PRI y nosotros no esperamos más de ellos. Esta tolerancia a la corrupción sistemática preparó la victoria del domingo.
El segundo elemento lo puso el mismo EdoMex y su población. Es fácil desahuciar a este estado y recriminarle su obstinación masoquista, condenarle a que tiene el gobierno que se merece; sin embargo, valdría más descomponer los componentes de injusticia que lo hacen un campo de cultivo infalible para la corrupción y sus estrategias. En esta entidad hay más 8 millones de pobres, piensen en el estado de Jalisco, súmenle un millón de personas y ahora imagíneselos a todos ellos en pobreza, ese es el contexto del Estado de México; esa es la herencia de Montiel, Peña Nieto y Eruviel. La efectividad del PRI en el EdoMex no es fortuita, se trata de una estrategia bien medida donde la necesidad de la gente juega un rol fundamental.
Por otro lado, otros actores nos describen un poco más el contexto en el que estamos parados. Al conocerse el resultado de la elección, las acciones de OHL, empresa acusada de múltiples casos de corrupción, repuntaron cerca de un 6%. La corrupción se siente tranquila, pueden esperar unos cuantos años más de negocio, ganaron los suyos. Por su parte, el PRD celebró su tercer lugar como si se tratara de la aspiración natural de un partido que solía ser segunda fuerza política. Hoy sonríen y se regodean con el PRI, una linda alianza que nunca se registró, pero que quedó confirmada en la madrugada del lunes. Finalmente, MORENA y su líder harían bien en repasar su (falta de) estrategia, el hartazgo no alcanza y la esperanza no se conjura con palabras, se construye.
@Pabloricardo2
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