Pérdida de peso y sensación de ligereza son algunos de los cambios
El consumo de azúcar daña severamente el organismo
La mayoría de los alimentos que consumimos contienen altos niveles de azúcar, lo que deriva en graves problemas en nuestro organismo. A pesar de las constantes advertencias de los médicos y los medios de comunicación el consumo de azúcar continúa presente.
Javier Sánchez, coordinador de Cocinatis, compartió su experiencia después de haber dejado el azúcar por un año, y aquí te contamos lo que sucedió. Quizá te haga considerar hacer lo mismo y evitar muchos problemas de salud a futuro.
He bajado de peso.
He pasado de 66-67 kilos a 63-62, una variación de peso apreciable teniendo en cuenta que apenas rebaso el 1,70. En conversación con Álvaro Sánchez, nutricionista de la clínica Medicadiet, me comenta que esto “es lógico” porque he pasado a consumir menos calorías. También me pregunta que si, además del azúcar, he cambiado otros hábitos. Y, sí, lo he hecho: también he disminuido el consumo de fritos, lo que demuestra que las buenas costumbres van de la mano.
Me noto menos hinchado.
Además del descenso de peso, también me noto menos hinchado. ¿Tiene sentido esto? Pues al parecer sí, porque el azúcar, si no se digiere bien, puede provocar cierta sensación de hinchazón. Con lo que, al dejar de tomar galletas, dulces o bollos, sí que he notado que mi línea abdominal ha reducido su volumen.
Me siento más ligero.
Se puede pensar que es lógico, ya que he bajado de peso y me siento menos hinchado, pero para mí es una sensación diferente y complementaria a las anteriores. Siempre nos dicen esa frase de que “el azúcar es energía” pero lo cierto es que, en mi caso, cuando tomaba una cantidad importante, me sentía menos activo y más perezoso.
Como menos entre comidas.
Antes, tomaba muchos alimentos que disparaban el azúcar en sangre. Tras ese pico, llegaba la bajada, o mejor dicho el bajonazo. Eso me llevaba a volver a buscar en la cocina una pastilla de chocolate o, si estaba fuera de casa, a asaltar una máquina de venta de chucherías. Desde hace un año, siento una menor necesidad de comer entre horas. Adiós a la esclavitud del picoteo.
No hay cambios de humor.
No sé si es por la dependencia que genera en el cerebro, pero lo cierto es que, antes, si no tomaba azúcar durante un periodo determinado, podía volverme irritable. Es esa sensación de acabar de comer y decir “necesito algo dulce” y, en caso de no tenerlo, ponerme de mal humor. Ahora, esa sensación de dependencia de la comida para sentirme mejor se ha evaporado.
No me apetecen los dulces.
Antes podían apetecerme galletas, un trozo de bizcocho o un flan. Ahora, ya no es lo mismo. Los miro con indiferencia, pero sin obsesionarme. Como muy de vez en cuando algo dulce y lo disfruto.
Fuente: Cocinatis
Sé parte de la conversación