En México, existen 7.1 millones de personas con algún tipo de discapacidad
Ángel perdió las dos piernas en un accidente laboral. Su esposa e hijas le dieron la espalda y ahora pide dinero frente a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México
Por Juventino Montelongo
Ángel se electrocutó mientras pintaba una casa, trabajaba como albañil y se quedó atrapado en los cables eléctricos, por lo que le tuvieron que amputar ambas piernas: su cuerpo es un mapa de cicatrices que registró el paso de la electricidad.
Él forma parte de los 3.3 millones de hombres con algún tipo de discapacidad, sin embargo, son las mujeres quienes representan el mayor número, al contar con 3.8 millones de ellas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2014, elaborada por el Inegi. Lo anterior significa que el 6.2 por ciento de las mujeres en el país son discapacitadas, frente al 5.7 de los hombres.
Ángel llega todos los días a la Catedral, se instala y comienza a pedir dinero mientras espera en el piso, el cual se calienta tanto que usa su mochila negra como barrera entre el suelo y su cuerpo. Desde ahí, todas las miradas parecen en picada y sólo alcanza a ver las decenas y decenas de piernas que pasan a su lado y que casi rozan su cabeza y manos.
En México, la participación económica de las personas con alguna discapacidad en edad laboral, es decir, de 15 años o más, representa el 60.2 por ciento, apenas 5.5 menos que quienes no tienen ningún tipo de limitación física.
Lo anterior genera que la “condición con la que viven puede suscitar que las personas con limitación queden rezagadas en relación con la población sin discapacidad ni limitación en cuanto a las oportunidades de acceso, permanencia y promoción dentro del empleo. Sobre todo si se considera que están en mayor riesgo que la población general de experimentar limitaciones en la realización de tareas específicas”, asegura el estudio.
“Me llamo Omar Ángel, siempre me han dicho Omar, pero ahora quiero que me digan Ángel”, dice mientras agradece a un peatón que puso una moneda de cinco pesos en un sombrero verde que tiene entre sus prótesis, ambas coronadas con un par de tenis grises con rojo.
A nivel nacional, la tasa de participación económica de la población con discapacidad es 26.6 puntos porcentuales menor que en la población sin discapacidad o limitación. Ángel formó parte de ella, porque un tiempo se dedicó a ser chofer de carga y a la crianza de animales, sin embargo, perdió su trabajo por problemas familiares.
Cuando perdió las piernas no entendió por qué Dios lo había dejado con vida. Durante varios meses estuvo en cama, deprimido y con ganas de morir.
Su esposa, con la que estuvo casado 15 años, y sus dos hijas, le dieron la espalda, se avergonzaron de él, dice mientras se rasca la cabeza y le lloran un poco los ojos.
De acuerdo con el estudio, Ángel está en el segundo grupo más grande entre los discapacitados en México, de 30 a 59 años, quienes representan el 34.8 por ciento, mientras la mayor concentración de éstos es de 47.3 por ciento, con edades de 60 años y más.
El primer día que llegó a pedir dinero llovía, hizo tres horas y media desde su natal Teotihuacán, en el Estado de México. El piso estaba resbaloso y se cayó. Sus prótesis y muletas siguieron la ruta del agua y terminaron en medio de la calle. Sin embargo, la bienvenida que le dio el Centro fue doble, un grupo de comerciantes lo ayudaron a levantarse, los cuales “ya son mis compas”, cuenta.
Sobresale que el Estado de México es la entidad con el mayor número de personas con alguna limitación física, pero también el lugar donde existe más participación en actividades económicas.
Así, el Edomex tiene 14.6 por ciento de ellos; Jalisco, 8.1; Veracruz, 7.5; Ciudad de México, 5.8; Guanajuato, 4.6; Puebla, 4.5; y Michoacán, 4.4 por ciento.
En contraste, en los estados de Tlaxcala y Campeche las personas con discapacidad tienen más trabajos que quienes no sufren de alguna limitación.
Ángel cuenta que a casi cinco años de su accidente, está saliendo con Laura: delgada, cabello chino y pants rosas y quien también tiene un discapacidad, sólo que motriz. A ella la conoció en el primer año de instalarse entre la Catedral y el Zócalo: le invitó un café, y ahora, espera casarse con ella. Los dos sonríen cuando Ángel dice la palabra “boda”.
Sé parte de la conversación