Los mitos y las leyendas de nuestra ciudad son parte de nuestra historia.
Con el paso del tiempo estas historias se han confabulado como verdaderas.
Los mitos y las leyendas de nuestra ciudad son parte de nuestra historia. La propia Tenochtitlán se fundó a base de mitos; mitos sobre dioses y personajes superiores que le dieron enseñanza al ser humano, y que gracias a ello los indígenas construyeron una identidad.
En México, el conocimiento hablado y compartido de boca en boca es una característica peculiar que no se encuentra en otros países. Y es gracias a esta tradición que algunas creencias extrañas han persistido con el paso del tiempo confabulándose como verdaderas.
La CDMX como cualquier otra ciudad, guarda leyendas que son contadas por sus habitantes. Muchas no tienen explicación, sin embargo afirman que sucedieron estos eventos paranormales.
Aquí te mostramos siete de esas historias que permanecen en las pláticas de café de los capitalinos.
La Planchada
Esta leyenda fue de las más populares del siglo XX, también es conocida como “La Enfermera Visitante”.
Se dice que en el Hospital Juárez, de la Ciudad de México, en las noches circula por los pasillos una enfermera con vestido largo, blanco, perfectamente almidonado, entra a los cuartos y atiende a los enfermos.
Cuando estos reciben la visita de la encargada en turno, argumentan haber sido atendidos por una joven de buena presencia vestida con una blancura impecable, una mujer hermosa, de pelo corto y rubio, seria, pero sobre todo, estricta, con el uniforme almidonado y bien planchado.
Según se cuenta, tal enfermera es el fantasma de una joven llamada Eulalia, que trató mal a los enfermos, y su espíritu vaga ahora en el viejo inmueble, cuidando que los enfermos se encuentren bien, en castigo a la crueldad que tuvo con ellos cuando vivía.
La casa de Moira
Una casa ubicada en San Miguel Chapultepec fue el escenario de una historia en la que un menor entró a la propiedad y encontró un cuerpo colgado, así que huyó despavorido.
Atormentado, el menor decidió volver y constatar el espectáculo macabro, pero sólo encontró una cuerda y una silla. Nadie volvió a saber de él. Tiempo después su cuerpo fue el que encontraron colgado.
A principios de la década pasada, la casa se convirtió en un escenario de sesiones espiritistas, con recorridos nocturnos que invitaban a percibir las manifestaciones de otros seres. Más tarde el lugar se transformó en un centro cultural y actualmente permanece cerrado. Sólo una media luna negra y un triángulo en su fachada delatan su tenebroso pasado.
El Charro Negro de Lecumberri
El Palacio de Lecumberri sirvió como una prisión durante 76 años, pero hoy es sólo un recinto de gobierno, el inmueble resguarda el Archivo General de la Nación.
La gente que lleva tiempo trabajando en ese edificio, asegura que en el lugar ocurren cosas extrañas. La historia de un “Charro Negro” es de las más famosas, se dice que aparece por el auditorio del Palacio y que cuando está cerca se escuchan gritos, lamentos y ruidos extraños.
La rata gigante de la línea 3
Otra historia del metro de la Ciudad de México es la de la rata gigante de la Línea 3 del Metro. Algunos usuarios aseguran haber visto una criatura del tamaño de una persona adulta, pero con forma de rata y que aveces a aparece en las vías.
“uan Manuel el Celoso (Casa de los condes de la Torre Cossío y de la Cortina, República de Uruguay 94, Centro)
Cuenta la leyenda que Don Juan Manuel Solórzano, un caballero novohispano de la primera mitad del siglo XVII se sentía consumido por los celos, por lo que decidió invocar al demonio para averiguar la identidad del hombre con que su mujer lo engañaba. El diablo le informó a Don Juanito que encontraría a ese hombre a las puertas de su residencia: Juan Manuel debía salir de su casa poco antes de las once e iniciar una breve conversación con el primer caballero que pasara para después preguntarle la hora y, en ese momento debía matarlo sin más.
El señor Solórzano apuñaló a un hombre esa misma noche. Al día siguiente el diablo le dijo que se había equivocado y que debía volver a matar hasta encontrar a la víctima correcta. Así pasaron las noches y las víctimas aumentaban. Cada vez que Don Juan Manuel se disponía a matar repetía: “Dichoso aquel que sabe la hora de su muerte”. La carnicería continuó hasta que una noche aniquiló sin darse cuenta a su sobrino. Juan Manuel se dio cuenta que el Diablo solo lo había utilizado para hacer el mal y, pocos días después y ahogado por la culpa, se ahorcó.
La versión “oficial” cuenta algo parecido, pero al parecer Juan Manuel Solórzano se suicidó tanto por los engaños de su esposa como por la presión de la Real Audiencia, con la cual estaba enemistado por ser allegado de un virrey que no tenía una buena relación con aquella institución.
Cuentan que de vez en cuando, a las once en punto, se puede ver a un hombre en la entrada del inmueble.
La Malinche (Barrio de la Concepción, Coyoacán)
En la Plaza de la Iglesia de la Concepción, conocida como La Conchita, se encuentra la primera iglesia de la América continental. Su historia se remonta muchos siglos atrás de la conquista española, ya que se han encontrado entierros y material arqueológico del 600 d.c.
Las crónicas cuentan que Hernán Cortés ordenó en 1524 la construcción de una iglesia sobre los restos de un adoratorio prehispánico. Pero esto no es todo, ya que también se encontraron 167 entierros de los primeros años de la colonia. Se dice que aquí se instalaron las residencias de Hernán Cortés y del sanguinario Pedro de Alvarado, responsable de la masacre del Templo Mayor.
Es por ello que este lugar posee una lúgubre historia desde hace siglos, la cual continúa generando leyendas: Monjes que se aparecen en el parque a media noche, un peregrinar de almas en pena en las calles aledañas e incluso batallas entre tropas aztecas y tepanecas. Justo enfrente del parque se ubica la llamada “Casa de la Malinche”, preciosa residencia de las primeras décadas del siglo XVI.
Hay quienes dicen que esa fue la última residencia de Malintzin y que incluso que murió ahí. Hay quienes confirman que la han visto pasear por sus aposentos y por La Conchita, llorando y gritando por sus hijos, los mestizos del pueblo mexicano. Es por eso que se cree que aquí se pudo haber originado la famosa y extendida leyenda de La Llorona.
La Monja Cocinera (Calle de Tacuba 28, Centro)
En 1912 se fundó el famoso Café Tacuba, en lo que fuera una antigua casona del siglo XVI, parte de un antiguo convento de monjas clarisas. Los empleados y comensales cuentan que a menudo se suele ver una sombra difusa caminando entre las mesas, e incluso hasta en la cocina.
Hay quienes creen que esta aparición es el espíritu de Sor María Blasa de Sacramento, una monja del siglo XVII que fue enclaustrada por la fuerza por su padre para evitar que se dedicara a lo que más amaba: la cocina. Ya como monja, Sor María se dedicó a atender a las mujeres internas en el Hospital del Divino Salvador (un manicomio), que se encontraba a espaldas del café.
Uno de los internos se enamoró perdidamente de la monja, pero ella era fiel a su celibato y lo rechazó. Cierto día, el paciente asesinó a su objeto de deseo y Sor María murió pocos minutos después. ¿Será este su espíritu? Vayan al Café Tacuba y averígüenlo. Si no la ven, por lo menos cenarán muy rico en un lugar repleto de historia.
Fuente:Azteca Noticias/Matador Network
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