La distracción es una de las herramientas más utilizadas por los gobiernos
Los medios de comunicación forman parte importante en la vida de las personas, lo cual es utilizado por las clases dominantes para hacerles creer ideas que a ellos les convienen, señala Chomsky
El lingüista, filósofo y activista estadounidense, Noam Chomsky, señala que existe una decena de estrategias para la manipulación mediática, quien señala que este tipo de acciones surgen del interés de grupos dominantes que buscan conformar una conciencia colectiva.
La primera de ellas es la estrategia de distracción, donde el analista asegura que el elemento primordial consiste en “desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes”.
Esta estrategia, dice Chomsky en su libro “Armas silenciosas para guerras tranquilas”, es indispensable para “impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética”.
La segunda, consiste en crear problemas y luego ofrecer soluciones. Aquí, se crea un problema que busca “causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad”.
También se puede “crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos”.
La tercera de ellas es la de gradualidad, que hace que se acepte una medida inaceptable, la cual “basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes”, entre otros.
Diferir, es la cuarta estrategia, que consiste en “hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como dolorosa y necesaria, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que todo irá mejorar mañana y que el sacrificio exigido podrá ser evitado”, lo cual provoca que el público pueda acostumbrarse “a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento”.
La quinta consiste en tratar a los demás como si fueran niños, ya que la “mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental”.
Esto se debe a que las personas que son tratadas como tal, tienden a responder sin argumentos críticos, tal como lo hace un niño.
En la sexta estrategia se tienda a utilizar un aspecto emocional, por encima de la reflexión, lo cual es una técnica ya clásica que busca causar un descontrol en el análisis racional, lo que permite “abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos”.
La séptima busca mantener al público en la ignorancia, haciendo que las personas no puedan comprender los avances tecnológicos y los métodos que se utilizan para su control y esclavitud, donde la “calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores”.
De acuerdo con Chomsky, la octava estrategia busca que las personas sean complacientes con la mediocridad, haciendo creer la la estupidez, la vulgaridad y la ignorancia es algo que está de moda.
Casi para finalizar, señala que otra de las estrategias espera reforzar la autoculpabilidad, haciendo creer que los individuos son los únicos culpables de su propia desgracia, gracias a que son poco inteligentes o no tienen las capacidades necesarias.
Esto provoca que en lugar de que las personas se rebelen contra el gobierno, los ciudadanos sientan culpa de sus incapacidades y entren en un estado depresivo, lo cual provoca que no actúen con objetividad.
La última de estas estrategias consiste en conocer a las personas mejor de lo que ellas mismas lo hacen.
Cabe destacar que en las últimas cinco décadas, los avances en la ciencia ha provocado que existe una enorme brecha entre los conocimientos públicos y los que tienen las clases dominantes. Gracias a esto, el sistema “ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos”.
Lee la nota completa en Regeneración
Sé parte de la conversación