Por Karla Lara
El 16 de noviembre de cada año desde 1996 se conmemora el Día Internacional para la Tolerancia.
Tolerancia conceptualmente se refiere a la acción y efecto de tolerar de soportar. La tolerancia se basa en el respeto hacia lo que es diferente de lo propio y puede manifestarse como un acto de indulgencia ante algo que no se quiere o no se puede impedir, o como el hecho de soportar o aguantar a alguien o algo.
El término puede remitirnos o no “aguantar” algo o a alguien, desde un lugar superior… como si ese algo o alguien fuera inferior a nosotros y es por ello que con cierto sarcasmo y desprecio “lo toleramos”. En realidad, la tolerancia se trata de un valor moral que se cimenta en el respeto hacia todo lo ajeno: personas, ideas, costumbres, tradiciones, prácticas, creencias, sea que coincidan o no con lo propio.
La intolerancia por su parte, es el anti-valor, lo que no sucede entre pueblos y culturas, en sociedades grandes y pequeñas, en los que cada vez menos existe la posibilidad de respetar los valores mínimos fundamentales como la vida…
Ejemplos de intolerancia sobran: el sometimiento a las culturas indígenas; la violencia de género; el abuso a las clases trabajadoras; los feminicidos; los ataques a la comunidad homosexual; la discriminación laboral (por embarazo, lactancia o edad de los trabajadores); los actos de terrorismo; los conflictos religiosos; los conflictos raciales… Es la tolerancia el valor moral perdido, el que va en decadencia, que se maneja cuando existe, como un acto de condescendencia y no de respeto.
Recién el pasado 10 de noviembre, en la Cámara de Diputados, estando en sesión, un grupo de diputadas del PRI lanzaron gritos al legislador Ariel Juárez, diputado de Morena, por acusar de corrupción al coordinador del grupo parlamentario del PRI César Camacho Quiroz, durante la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación. En el acto se escucharon gritos como “Fuera”, “¡Quiere llorar!”, y “¡ehhhhhhh, puuuuuto…”, a cargo de diputadas encargadas de trabajar en favor de los derechos humanos, de la juventud y la equidad de género. Las involucradas resultaron ser Arlet Mólgora Glover de Quintana Roo, integrante de la Comisión de Alerta de Género; Sara Latife Ruiz Chávez, legisladora por Quintana Roo, integrante de la comisión de Derechos Humanos; Rocío Montoya Díaz, del Estado de México es parte de la comisión de Salud y la diputada Jasmine Bugarín Rodríguez por Nayarit pertenece a las de Juventud y Fomento de los programas sociales para los adultos mayores.
En consecuencia, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) pidió a las y los legisladores que eviten reproducir prejuicios negativos con el grito de “eeeh puto”, pues es una calificación negativa que estigmatiza pues homologa la condición homosexual con cobardía.
“El sentido con el que se da este grito colectivo en los estadios no es inocuo; refleja la homofobia, el machismo y la misoginia que privan aún en nuestra sociedad. Por eso resulta doblemente gravoso que este grito homofóbico se traslade del estadio al Congreso de la Unión, espacio público por excelencia de un sistema democrático que, por tanto, está llamado a guardar la máxima aspiración incluyente”.
El Conapred señala que las servidoras públicas tienen la obligación de no aumentar la vulnerabilidad de los grupos o personas que se encuentran en situación de discriminación, por ello “resulta aún más preocupante cuando quienes los utilizan son personas servidoras públicas, y aún es más grave cuando lo hacen las y los legisladores federales”.
En otro contexto, durante la clausura del 6to. Foro Nacional Sumemos Causas en el alcázar del Castillo de Chapultepec, el pasado lunes, el presidente Enrique Peña Nieto lamentó que “la violencia se ha vuelto algo cotidiano” en varios puntos del país, y que el “enfrentamiento entre integrantes de los grupos armados es un escenario de todos los días” en varias regiones del país.
EPN retomó el conocido discurso, señalando que se han hecho cosas positivas en seguridad, y recriminó qué hay críticos que nunca lo reconocen y, al contrario, le hacen “bullying” a las instituciones: “Lamentablemente a veces se escuchan más las voces que vienen de la propia sociedad civil, que condenan, que critican, y que hacen bullying del trabajo de las instituciones del Estado. Y perdón que lo diga pero queremos actuación responsable de las instituciones a las que todos los días pretendemos desmoronar y descalificar, como ocurre con los integrantes de las corporaciones policiacas”, indicó el presidente.
Así, en tanto que desde 1995, los países miembros de la UNESCO adoptaron una Declaración de Principios sobre la Tolerancia, en la que se afirma que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos y que los pilares para luchar contra la intolerancia son la existencia de un marco legal, la educación, el acceso a la información, la toma de consciencia individual y la toma de soluciones locales, en el 2017, en nuestro país, legisladores y servidores públicos dan ejemplos virales y ridículos de intolerancia, en foros formales y públicos en tanto omiten los actos cotidianos de intolerancia que suceden en el Gobierno a su cargo…
La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros. Solo la tolerancia puede llevarnos a coexistir en paz y armonía y debe retomarse desde el lugar preciso del respeto y la inclusión. Es la tolerancia el valor a inculcar y a fortalecer de nuevo en casa, en la escuela, en la calle, en los foros públicos, en los estadios, en el gobierno y en el mundo.
@KarlaDoula
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