Por: Fernando Ortiz C.
Ya son oficiales los contendientes a la presidencia de los Estados Unidos, tanto el partido demócrata como el republicano dieron el banderazo para que la ex primera dama Hillary Clinton comande la carrera electoral por parte del bando demócrata, mientras que el grupo republicano será abanderado por el magnate neoyorquino Donald Trump.
Estas elecciones presidenciales tienen como grandes contendientes a un candidato que seduce a la clase media norteamericana y conservadora con sus discursos demagogos y con su dosis de odio. Un patriotismo exacerbado y el sueño de devolver su grandeza a la nación de las barras y las estrellas. Un candidato que escupe veneno cada que tiene oportunidad, ya sea en contra de minorías o con ataques directos a sus contendientes.
Por el otro lado tenemos a una mujer cautelosa, calculadora y con experiencia en la política, una mujer que espera el momento justo para atacar de manera letal, tal como un escorpión. Una mujer que hace historia como la primera mujer en buscar la presidencia de la Unión Americana. Sus discursos tienen poca emotividad, usando el populismo a su favor para conmover a los electores. Una mujer que tras las bambalinas del poder orquesta de forma maquiavélica estrategias para lograr sus objetivos.
Así son las desabridas y mediocres candidaturas en las que los estadounidenses tendrán que elegir entre una serpiente o un escorpión para que los gobierne. El demagogo o la populista, el incitador y bravucón republicano o la manipuladora y según la percepción de muchos estadounidenses deshonesta y poco confiable candidata demócrata. El empresario de bienes raíces o la política neoliberal de las cúpulas financieras. Entre estos dos personajes la población de los EE.UU. tendrá que elegir a su próximo presidente.
El nivel de la política norteamericana está por los suelos, es patético que lo máximo que podremos recordar de la nominación de Donald Trump es el discurso de su esposa Melania, discurso que por cierto es una copia del que en su momento Michelle Obama presentó en 2008.
Por el lado demócrata, tan poco hubo grandes aportaciones de la señora Clinton por lo que el espectáculo lo tuvo que sacar adelante la actual primera dama, un discurso al puro estilo demócrata, hablando de la esclavitud y de como ahora unas mujeres negras como sus hijas gracias a Hillary Clinton pueden soñar con dirigir el país.
La nación más poderosa del mundo presentando a dos candidatos sin mucho que aportar pero sí mucho por el cual temerles, ya sea Donald Trump y sus constantes ataques a los latinos y musulmanes o Hillary Clinton una servidora del poder sionista internacional.
El odio de Trump ha acaparado titulares y se ha creado una imagen en torno a él de un loco desquiciado racista, lo cual se comprueba con cada discurso que da, pero la candidata demócrata presenta el mismo perfil siendo más cautelosa en expresarlo, pero es suficiente seguir su trayectoria política y se verá que al igual que Trump es una persona que fomenta el discurso de odio y lo lleva a la acción desde las posiciones políticas que ha tenido a su cargo. Recordemos el apoyo que dio a George W. Bush para atacar Irak y derrocar el gobierno de Sadam Hussein, o la guerra en Libia de la cual fue en gran medida responsable de que se llevara a cabo, teniendo aún el recuerdo del fatídico ataque que sufrió la sede diplomática de Estados Unidos en la cuidad de Bengasi en Libia cuando ella fungía como Secretaría de Estado.
Solo hay que recordar el discurso del actual presidente de los Estados Unidos, cuando en 2008 en Iowa, cuando tanto Clinton como Obama buscaban ser el candidato por el partido demócrata, Barack Obama se expresó de Hillary diciendo:
“No podemos permitir una política que se enfoque solamente en terrorismo que desmorone a la gente en lugar de elevar las condiciones del país. No podemos permitir una política basada en el miedo haciendo creer que la única manera que los políticos tienen de parecer duros en seguridad nacional es votando, actuando y hablando como George W. Bush”.
Claro, la hipocresía política ha llevado a decir hace unos días a Barack Obama en Filadelfia que: “Nunca ha habido un hombre o mujer, ni yo, ni Bill (Clinton), nadie más calificado que Hillary Clinton para servir como presidente de Estados Unidos”, ¿Con qué imagen de la ex primera dama nos quedamos?
Mientras Trump apoya construir un muro en la frontera con México, Clinton apoya el cerco israelí sobre Palestina. Mientras Donald Trump coquetea con Rusia, Hillary Clinton afianzó una alianza con la monarquía saudí para seguir con la lucha en contra del presidente Bashar al- Assad.
A Trump se le achacan algunos negocios turbios de bienes raíces mientras que a Hillary se le imputa directamente el asesinato de Bertha Cáceres, una activista de derechos humanos en Honduras asesinada al parecer por golpistas, grupo que Clinton apoyó para que tuviera éxito el golpe de estado en contra del presidente Manuel Zelaya en el año 2009.
Mientras Clinton busca ser la primera mujer que dirige la Casa Blanca, Trump desea ser el primer hombre en derrotar a la política estadounidense y su lobby de poder, sentimentalismos de ambos lados, carencia de propuestas en ambas personas, mucho veneno en sus campañas, así se puede definir la lucha que tendrán Trump contra Clinton.
Mientras a Trump se le acusa de violar a una niña de trece años a Clinton se le acusa de ocultar información clave sobre lo sucedido en Bengasi. Mientras Hillary acusa a Trump de incitar a un país extranjero a que realice espionaje, Trump acusa a Clinton de formar al grupo terrorista DAESH. Estos son los candidatos que aspiran a gobernar la nación más poderosa del mundo.
Y entre todo esto, la sociedad norteamericana entrará en el juego de elegir “al menos peor”, al que pueda hacer menos daño a sus habitantes, poco importa quien salga afectado en el exterior de sus fronteras por la decisión que tomen.
Queda claro que para nuestro país, si se cumplieran las promesas de campaña, el triunfo de Trump afectaría más en el aspecto de discriminación y segregación. Si se diera el triunfo de Clinton, la Unión Americana vería como seguir utilizando a nuestro país en beneficio de su economía.
Algo que es importante señalar es que las propuestas de Donald Trump se han quedado en discursos folclóricos y patrioteros sin llegar a causar mayor estragos, mientras que el poder que Hillary Clinton ha tenido y desde donde lo ha ejercido se cuenta ya innumerables conflictos bélicos alrededor del mundo.
Ambos son una amenaza, solo que los reflectores se los ha llevado Trump tal vez porque solo sabe ser un showman mientras Hillary es una política con amplio trayecto, cuestión que para los estadounidenses es un punto clave para elegir al magnate y despreciar a la mujer política, pues los norteamericanos han tenido desilusión sobre todo con el gobierno de Obama en cuanto a su mandato y políticas públicas.
Al final el par de candidatos son un verdadero lastre para su país y para el mundo en general, sea cualquiera de ellos el ganador no dejará de ser un títere más de las políticas de las cúpulas que controlan la economía mundial, el peligro es latente, dos personajes con dosis letales de veneno para aniquilar a quien se interponga a sus intereses. Por quién votar por la serpiente seductora de Trump o por el cauteloso escorpión de Hillary Clinton. En qué juego ha caído la “poderosa” nación norteamericana; será un signo de su decadencia o acaso será la realidad de una nación que comienza a desquebrajarse poco a poco.
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