Por: Fernando Ortiz C.
Estamos siendo testigos de la peor derrota de nuestra historia, y no me refiero a las derrotas deportivas, sino a las derrotas como país, una nación sin rumbo, a expensas del futuro, con un quebrantado presente, desilusión y conflicto en nuestra sociedad.
Maestros manifestándose en Oaxaca, seudo maestros secuestrando camiones, información de los mandos policiacos minimizando el caos, imágenes que circulaban por las redes sociales presentando un panorama completamente distinto a lo que se decía en los medios televisivos. Víctimas en ambos frentes, y todo este desorden aderezado con un peso en caída libre y un dólar que sube estrepitosamente, demuestra que estamos frente a la peor derrota de nuestra historia.
Los medios deportivos hablaban de indignación y coraje por un partido que se perdió, pero fuera de los campos de futbol, México es un caos, con gobernantes incompetentes que sacan a relucir a cada instante la ignorancia o el desdén de lo que significa representar a esta nación.
Se les exige a los futbolistas que den todo en la cancha, ¡cómo es posible que perdamos por siete goles!, y ¿al gobierno? A lo que realmente nos afecta directamente, cuándo se le dedicará esa pasión e intensidad por cambiar algo de este camino sin rumbo. Hacia dónde va México pocos lo saben, y muchos solo dejan que se muevan a la deriva de los acontecimientos. Este es el país del cual hoy somos testigos de este derrumbe que se suscita segundo a segundo.
Es complicado entender qué pasó para perder por siete goles, pero es aún más complicado entender que pasa entre mexicanos en diferentes puntos del país. Hoy toca el turno de Oaxaca, donde la política y la lucha social se mimetizan de tal manera que ya no se sabe cuándo es cual y en qué momento deja de ser lo que se dice que es.
Perdidos en un país donde los gritos e insultos por el choque de un Ferrari se lleva las miradas y los ríos de opiniones corren, pero para cuestionar el acontecer del país se deja para otro momento, como se ha venido haciendo año tras año y posiblemente década tras década.
Ya vendrán tiempos mejores, aunque no se haga nada por construirlos, y si se llegan a construir en instantes se echan abajo por unos cuantos o por las mayorías, eso es lo de menos, el punto es que estamos inmersos en esta tragedia de la derrota nacional.
Incapacidad de diálogo o desinterés por escuchar, posiblemente interés por causar el mayor daño a la población, en este país ya no se sabe quién es el bueno, el feo o el malo, como aquella película escrita y dirigida por Sergio Leone, todos contra todos, tierra sin ley, lugar sin reglas, sin pies ni cabeza.
El país donde quisiéramos viajar de la capital de México a Los Cabos en una hora y veinticinco minutos, para luego damos cuenta que es otro de los disparates semanales del que se dice máximo dirigente de nuestro país.
¿Qué más necesitamos para saber que estamos frente a la mayor derrota de nuestro país?, somos una vergüenza, no por recibir siete goles, sino por no lograr la resolución de conflictos que llevan años y que perduran por la desidia o la corrupción de quienes tienen el poder de cambiarlos.
Esta es la triste historia que hoy vivimos, una batalla campal en el polvorín mexicano, mientras unos esperan asestar el golpe final y lograr su cometido; otros más prudentes esperan ser la salvación que pida el pueblo; unos cuantos más generando revueltas para obtener partido de la necesidad y jugar con las esperanzas de quienes luchan por una mejora o tal vez por continuar en la mediocridad y no responder a las exigencias de responsabilizarse de la educación de este país.
Ocho mexicanos, según cuentan, han dejado su sangre en las calles y su vida en Nochixtlán, mexicanos al fin producto de esta sociedad. Revoltosos o manifestantes eso posiblemente nunca lo sabremos porque todos son víctimas y nadie responsable, porque estos son “accidentes de la vida diaria”; así se vive en México y pues que le vamos a hacer, mañana será otro día y posiblemente despertemos olvidando todo esto; la corta memoria del mexicano.
Esta es la peor derrota que hemos sufrido, hemos perdido contra nosotros mismos, es una vergüenza que un país como el nuestro esté sumergido en estas batallas y estancado en la mediocridad y la impunidad. Esta es una verdadera tragedia nacional.
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