Por Fernando Ortiz C.
Ya no sabemos qué creer, qué cuestionar o qué descartar de la información que cada día surge en periódicos, televisión, radio o internet. Los gobiernos más puritanos e intachables ahora son los que se hunden en un mar de críticas y corrupción de toda índole, caso específico de Alemania, que con el mundial del futbol parece destapar la cloaca de las estafas propias de la FIFA. Empresas como Volkswagen en el ojo del huracán y entre la información que surge, ya sea de ataque o defensa, ya no sabemos qué creer o al menos qué considerar como fidedigno.
Los gobiernos del mundo gustan de crearse historias que rayan entre la fantasía y la ineptitud de quienes las presentan como información oficial y automáticamente creíble, como si los gobiernos o autoridades del mundo tuvieran ese grado dogmático de credibilidad intachable.
Empecemos con el ejemplo norteamericano, aquellos que gustan inventar historias heroicas como la presentada hace unos días cuando se dio a conocer la muerte del segundo al mando del grupo terrorista del Daesh, Abus Mutaz Al Qurashi. Luego la confirmación de dicha muerte se da por los “voceros” del mismo grupo terrorista quienes afirman que los Estados Unidos fueron los causantes del asesinato de su líder.
Todo parecería normal si esta noticia no se diera exactamente después de que los bombardeos del ejército de Rusia en Siria, comenzaran a dar más dividendos en una lucha real contra el Estado Islámico. Ha logrado más Rusia en destrucción y una verdadera intervención en el conflicto en las últimas semanas, que los años de supuesta lucha sin cuartel del ejército de las barras y las estrellas.
Y entonces empieza la súper historia americana, con diferencia de unos cuantos días comienzan a caer los jefes del grupo terrorista: En Afganistán mueren Gus Zaman y Hafez Sayeed, y obviamente el líder máximo del Daesh, Abu Bakr Al Baghdadi, también fue víctima de un ataque comandado por los Estados Unidos, pero como debía de esperarse, aún no se sabe si el mandamás del grupo terrorista murió o sobrevivió a dicho ataque.
Se comienza a fraguar otra figura mitología del Medio Oriente, tal y como se hizo con Bin Laden, es un recurso que funciona y al mismo tiempo entretiene, ayudando a que la información sea desinformación, y la desinformación se vuelva verdad al cabo del tiempo.
México no se iba a quedar atrás y brota una historia más de nuestro “héroe” mitológico, ese que en los pasados días apareció en los titulares de los periódicos: “El Chapo había sido herido de una pierna y el rostro”. Vaya noticia, después de crear cualquier cantidad de cuentos, verdades y teorías conspiranóicas, resurge información oficial del Gabinete de Seguridad que en un operativo para reaprender al narcotraficante, resultó herido.
La noticia se difundió entre dudas y muchas suspicacias. Salió herido no de un enfrentamiento directo, sino de una “huida precipitada” entonces ¿Cómo saben que resultó herido de una pierna y del rostro? En fin, una anécdota más para la mitología personal de este capo que ha sido ejecutor de las anécdotas de escape más inverosímiles de la historia de nuestro país.
Y aquí es donde la información se vuelve desinformación; no se cree en lo que se da de información pero luego se cree y ya no se sabe qué era la verdad y qué la mentira.
Recuerdo cuando fue “recapturado” el líder del cartel de Sinaloa, la sociedad mexicana negaba rotundamente que la persona presentada fuera el verdadero capo; no tenía ninguna similitud con quien estuviera preso en el penal de Puente Grande. Y ahí empiezan las teorías: es que sí es pero se sometió a cirugías por eso no se parece; no es, no tiene nada que ver con el Chapo; algunos más decían el clásico escape ante cualquier situación: es una cortina de humo, luego se va a escapar. Al final de todas las teorías, información y desinformación, conjuntada con opiniones suposiciones e inducciones se llegó a la conclusión de que sí era el hombre más buscado del mundo el que la marina de México presentó como Joaquín Guzmán Loera en el 2014.
Pero luego sucede algo espectacular, sino es que ridículo, el Chapo escapa por segunda vez de un penal de máxima seguridad. Escapa por un túnel del que nadie supo nada ni escuchó nada. Nuevamente se inicia el mismo método de suposición. El gobierno lo dejó salir, nunca estuvo en la cárcel, o el argumento inequívocamente correcto y resolutorio de cualquier acción en nuestro país: es una cortina de humo.
En fin sea lo que sea, se terminó creyendo que el que se presentó en 2014 era el narcotraficante y que en 2015 despareció con gran habilidad. La información y la desinformación nuevamente se entre mezclan y al final no se sabe qué es lo que es y lo qué no es.
Ahora qué sigue, las teorías pueden ser variadas pero apuntan a un solo final, morirá de una manera tan atroz, trágica y posiblemente mágica e irreal que quedará irreconocible, si es que se presentará su cuerpo, o simplemente pasará a contarse una historia al estilo gringo como la de “La muerte de Osama Bin Laden” donde no hubo la necesidad de presentar un cuerpo, pero si toda una historia de Hollywood.
Aquí y allá, en países de primer y del tercer mundo, gobiernos y organizaciones saben que la herramienta más eficaz es la desinformación, donde mientras es una cosa u otra se pueden establecer alianzas, pactos, que se puede perder la información valiosa que resuelva el problema o conflicto con algunos millones de dólares, dando tiempo para que esas versiones oficiales por más absurdas que parezcan terminen siendo verdad conforme el tiempo pasa, o conforme los titulares de los medios informativos comiencen a darle el valor de verdad e información.
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