-Por Alejandro Páez Varela
En un arranque de emoción y de confianza en las instituciones; quizás inspirado por el mensaje (George W. Bush style) del Presidente Enrique Peña Nieto (“Misión cumplida: lo tenemos”, etc.), Rubén Moreira, Gobernador de Coahuila, levantó la mano y dijo:
“Es una gran noticia en la búsqueda de la seguridad del país y además demuestra que sobre la decisión del Estado mexicano de luchar contra el narcotráfico, no hay nadie. Porque nadie se puede sustraer de la acción de la justicia”.
Luego, hinchado de Patria agregó:
“El Estado mexicano demuestra que nadie está sobre él. El Gobierno de la República está dando buenos resultados porque en este sexenio […]” bla, bla.
“Nadie, ni ‘El Chapo’, se escapa de la justicia: Rubén Moreira”, cabeceó la prensa local.
Los hermanos Moreira son un costal al tope de descaro, mentira y gusanos. No voy a gastar muchos caracteres en escribir sobre eso (descaro, mentiras y gusanos) porque ellos ni flojera me dan a estas alturas.
Me dan más flojera (“güeva”, pensaba) los coahuilenses, que los mantienen en el poder. Porque, bueno, está bien: se equivocaron varias veces al elegirlos pero, oiga, ¿mantenerlos en la nómina?
Carajo doble. O cuádruple: en Coahuila, las vacas sí vuelan y cagan en tandas dobles.
Para Rubén Moreira, la justicia es justicia siempre y cuando no toque los intereses de la familia (en ese caso revolucionaria).
Para todos los demás, la justicia es un plato que se sirve frío, y en el extranjero.
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Los asesores del Gobierno federal llevan muchos meses pensando cómo revertir la idea pública de que una casta de políticos corruptos e impunes se apoderó del poder. Una casta de corruptos, impunes y, además, inútiles. Corruptos: la “casa blanca” es un buen ejemplo. Impunes: “casa blanca” más OHL más Grupo Higa. Inútiles: los 43 estudiantes, que siguen desaparecidos.
La percepción de inútiles y caradura se la tienen bien ganada. Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera era un objetivo estratégico pero lo volvieron el único: como puso en ridículo al Presidente, 2 mil 500 de los mejores agentes de cinco corporaciones de élite fueron tras él. Mientras, los padres de esos 43 se la viven rogando al gobierno que no desistan en la búsqueda. Otro ejemplo: Infraiber denuncia acuerdos entre funcionarios de los gobiernos de Peña y Eruviel Ávila con OHL, y van por Infraiber, no por los señalados en grabaciones.
Los asesores del Gobierno federal llevan meses y meses razonando qué hacer para revertir la idea pública de que una casta de políticos de lo más sucio se adueñó del poder. Entonces llega la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Y entonces se les ocurre el “Misión cumplida” que tuitea el Presidente.
¿Misión cumplida?
El viernes 15 de enero, la Policía de España tuitea:
“Detenido en Barajas Humberto Moreira por Orden Fiscalía Anticorrupción. Esta tarde pasa a disposición de Audiencia Nacional. #MisiónCumplida”.
Los asesores del Gobierno federal llevan muchos meses haciéndose locos (“güeyes”, pensaba) en supuestamente tratar de revertir la imagen de que una casta de políticos corruptos e impunes, inútiles y, además, insensibles.
Insensibles, porque ni siquiera han podido copiar al gobierno que los hizo adultos: el de Carlos Salinas de Gortari. A estas alturas, al menos un puñado de “corruptos” (en realidad, opositores a Salinas) estaban presos, o eran perseguidos.
Entonces llega la captura de Moreira y todos, menos los de la baba, aplaudimos al aparato de justicia español (a la Fiscalía Anticorrupción de España) por el arresto de Humberto Moreira. Esa sí es misión cumplida, pensamos y, a la vez, lamentamos que la justicia sigan siendo un juguete de la clase política gobernante. Un juguete mal jugado. Hay mucha torpeza.
Los asesores del Gobierno federal que llevan meses pensando cómo revertir esa imagen pública. Pues es la corrupción, estúpidos (y aquí sólo parafraseo a Bill Clinton). Es la impunidad de los corruptos, estúpidos.
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Si no es magia. Si no es a punta de tuits y televisiones gratis. La lista de los corruptos es larga y la conoce hasta un chamaco de secundaria ¿Quieren una que (sí, sí, se entiende) no incluya al Presidente y a su Secretario de Hacienda? ¿De verdad quieren un “misión cumplida” que les aplauda la mayoría y no esa farsa del arresto de “El Chapo”, que aplauden la DEA y Barack Obama (faltaba más, cabrones) porque nos pagan los muertos y el espectáculo?
Pues vayan por uno, dos más o menos grandes. Aunque sea para taparle el ojo al macho, caray. Vayan por el impresentable Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, quien es dueño de una fortuna que ni él podría contar y que no podrán gastarse ni sus hijos y los hijos de sus hijos. Vayan por César Duarte, Gobernador y nuevo Luis Terrazas de Chihuahua, con tantos ranchos que no podrá recorrerlos en esta o en la siguiente vida. Vayan por ellos antes de que los gringos lo hagan. Porque lo van a hacer, para vergüenza pública.
Vayan por no, dos ex gobernadores, hombre: abran la causa que le corresponde a Humberto Moreira, aunque haya sido (o por eso) líder nacional del PRI. Vayan por Fidel Herrera. Encierren de una vez por todas a Guillermo Padrés y a Rodrigo Medina, carajo. Investiguen a más de un ex Gobernador de Sinaloa que –se dice a gritos, a gritos-gritos– administran la fortuna de “El Chapo”.
Esas sí son misiones cumplidas, no fregaderas (“chingaderas”, pensaba).
O, bueno, sigan preguntándose por qué su “misión cumplida” no tuvo el arrastre que pensaban. Piénsenle otros tres años cómo revertir la idea pública de que el poder cayó en manos de una casta de impunes, corruptos, inútiles, torpes y abusones. Síganle otros tres años, pues. Dinero hay para que la pasen cachonda, ¿no?, que la hacienda pública en México da y da para más.
Los asesores del Gobierno federal se hacen güeyes (sí, sí pensaba en “güeyes) cuando saben claramente qué esperan (esperamos) los mexicanos: que rompan de una vez con el círculo de impunidad que envuelve a esa casta. Que encierren con cien candados a “El Chapo”, pero vayan por las verdaderas misiones.
Atolito, atolito, todo el tiempo atolito para no entrarle a los Arturo Montiel, ¿no? Pues no se quejen: hasta el más idiota (“burro”, pensaba) sabe que tanto atole con el mismo dedo empacha.
“Nadie se puede sustraer de la acción de la justicia”, dijo Rubén Moreira. Pues tómenle la palabra, hombre. Tómensela, y vayan por él.
O qué, ¿esperamos sentados a que nos sirvan ese plato de justicia en el extranjero?
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