Por The Manteca Post
Al igual que en las campañas políticas de 2006 y 2012, el miedo parece tomar protagonismo en el diseño de las estrategias de campaña de las fuerzas políticas dominantes en los últimos años.
Prácticamente los mismos miedos propagados al electorado en los últimos 12 años ahora son proliferados mediante formatos adaptados a los hábitos de consumo del momento, sin embargo es el mismo canal de difusión el que también desvanece estos mensajes de pánico dado que hay alternativas informativas y la agenda pública del país ya no la dicta más el totalitarismo televisivo que dominó la tendencia de opinión en México durante gran parte del siglo XX y en los inicios del siglo XXI.
Nuestro país quiere cambiar pero a muchas personas les da miedo, a otras ya no tanto. Miedo a perder la estabilidad del trabajo precarizado. Miedo a perder el imaginario acceso a bienes materiales disfrazados de riqueza y privilegio. Incluso miedo a perder libertades a las que ni siquiera se tienen acceso. ¿Es miedo genuino o miedo inducido?.
El miedo es muy común y muy humano. Hay razones para tener miedo en este México en el que vivimos. La inseguridad, la violencia, el deteriorado acceso a la salud, la falta de oportunidades, el futuro incierto, entre muchas otras cosas, pero irónicamente ninguno de estos miedos forma parte de la composición de las campañas políticas que venden el hipotético escenario apocalíptico que vende dicha campaña y optan por esta estrategia en lugar de convencer con propuestas que logren conectar con el electorado. Como podemos notar, las personas que tanto han venido “previniendonos” del peligro para México son los que han resultado ser ese peligro.
El miedo esparcido al pueblo es ese que sienten los sectores de poder que le temen a un cambio de paradigma por más mínimo que este sea aunque no afecte tanto a su poder acumulado. A través de laboratorios de guerra psicológica estas cúpulas transmiten propagan el miedo a otras clases sociales de menor rango que adoptan esos privilegios de élite como propios al punto que los hacen defenderlos como si fueran suyos.
Estamos viviendo el auge de la expresión pública de las posturas políticas y evidentemente se vale votar por la opción de su preferencia pero el miedo no es una buena estrategia para decidir el voto. El miedo agacha, somete y alimenta al poder.
“Habitamos un mundo gobernado por el miedo, el miedo manda, el poder come miedo, ¿qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio poder genera para perpetuarse…” – Eduardo Galeano
Twitter: @TheMantecaPost
Sé parte de la conversación