El PRI va a perder en el Estado de México. Sin muchas razones me atrevo a la predicción y con gusto tomo el mal-pagado oficio de profeta. Le prometí a la editora una columna de algo alegre (después de cubrir por varias semanas noticias de muerte y derrota) y qué mejor que está aventurada pero obvia predicción. Aventurada por tratarse de una apuesta que nadie me pagará, y obvia por la desesperación que manifiesta el PRI en todo su aparato.
Primer acto. Todos los trucos se valen para no perder el Estado de México, el cinismo se configuró con la mercadotecnia política para ofrecernos un candidato tornasol. Por un lado el cinismo utiliza la pobreza como punto de presión, un “monedero rosa” que extorsiona a mujeres con la promesa de dinero en caso de una victoria priista, y por otro lado, del Mazo se sienta a la mesa con “ciudadanos” y reconoce (en un spot) la mala fama de su partido. Aunque lo intenta, el PRI no puede dejar de ser el PRI.
Segundo acto. Los secretarios federales se pasean como botargas por todo el Estado de México, abarrotan eventos y ofrecen todo tipo de ayudas y dádivas con tal de no perder el bastión. Lo que nos podría y debería exasperar, hoy me da tranquilidad, el monstruo está herido de muerte. Lo veo pálido y sin idea, sus botargas calientan lo que un sol de invierno. Y los spots pueden contener paisajes espectaculares (robados de recursos públicos), poner Carmina Burana de fondo y hacer a Del Mazo leer a Eduardo Galeano; al final, su discurso es ceniza, sus palabras se desmoronan ante el desastre que él y su partido han cultivado a partir de décadas de mal gobierno y corrupción.
Tercer acto y gran final. Como buena bestia herida, este PRI es peligroso, su desesperación también debe invitar a la acción. Caerá, pero lo hará entre trampas, amañes y un complejo intento de robarse la elección. Una consecuencia que no terminamos de medir cuando señalamos que el emperador estaba desnudo, era qué hacer en caso de que al emperador le diera lo mismo. En otras palabras, el PRI se sabe corrupto, se jacta y más que nunca le importa un carajo, ahora juega más cínico que nunca. Pero con todo y a pesar de ello, tengo mi esperanza puesta en esa derrota (mucho más que en la victoria); la derrota que confirme la debacle que nos libre del primero de muchos males.
@Pabloricardo2
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