No cumplir con los deberes a tiempo, nunca madrugar, pasar el tiempo durmiendo en lugar de hacer ejercicio, elegir siempre el ascensor en vez de las escaleras, transitar por el camino más corto y adoptar la filosofía del “no pasa nada” son actitudes que típicamente adjudicamos a las personas “flojas” o vagas”.
Sin embargo, para todos los que clasifican en este grupo hay buenas noticias: no es todo su culpa, ni tampoco una característica exclusivamente negativa. De hecho, la ciencia ha revelado que se trata de una estrategia del cuerpo para reservar energía y utilizarla cuando sea realmente necesaria.
Un estudio de la universidad de Swansea en el Reino Unido demostró que la dificultad que tienen algunas personas para levantarse de la cama está relacionada con la capacidad de algunos genes de modificar los niveles de ácido ribonucleico (ARN).
Estos genes son REV-ERB y Per2, y están relacionados con el sueño y la vigilia. Los madrugadores suelen tener más del segundo porque su actividad aumenta alrededor de las 4 am y la máxima actividad del primero suele darse entre las 4 y 5 de la tarde, lo que hace que ciertas personas sean“nocturnas”.
Cuando se altera cualquiera de estos genes, se aumentan o disminuyen los niveles de movimiento, por lo que las personas se hacen más flojas o más activas.
En cuanto a la pereza para el ejercicio, el investigador Gregory Steinberg de la Universidad McMaster de Canadá descubrió en 2011 que entre más ejercicio hagas, las mitocondrias (parte de la célula que da energía) aumentan en tus células, lo que propensa el movimiento, se acumula más energía y te dan ganas de hacer más ejercicio.
Pasa lo contrario con las personas pasivas porque sus células tienen menos mitocondrias. Por la misma razón cuesta trabajo regresar a hacer ejercicio después de dejar de hacerlo por un tiempo.
Por otro lado, Panteleimon Ekkekakis, profesor de la Universidad Estatal de Iowa, encontró que los niveles de oxígeno de cada persona y su capacidad pulmonar inciden directamente en su voluntad de moverse.
Finalmente, Bruce Lipton, biólogo molecular estadounidense, afirma que más que los genes, el ambiente tiene que ver con nuestro nivel de flojera, porque si requerimos menos esfuerzo, habrá menos actividad genética.
Otros científicos afirman que la pereza o el no movimiento son respuestas del cuerpo ante el estrés, la competencia social, lo vertiginoso, las heridas emocionales y los miedos.
Así que la próxima vez que te digan que eres un flojo, puedes utilizar la ciencia para defenderte y, con razón, declarar que sólo estás “reservando energía”.
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