La casa estaba valuada en 150 mil dólares
Después de varios dueños, saqueos y visitas, una mujer fue quien la habitó y debió hacer modificaciones a la casa para evitar el acoso extremo
En 1997, Pepsi lanzó un concurso dedicado a los millones de fans de la serie Los Simpson. El premio consistía en ganar una réplica a tamaño real de la casa de esta familia, construida a imagen y semejanza de la serie. Sin embargo, para el ganador las cosas no fueron tan sencillas.
Ubicada en el área de Red Bark Lane en Henderson, en Nevada, EU, hace unos años, esa casa era mucho más parecida a la de la serie, con los mismos colores e incluso el mismo jardín, pero poco después comenzó el enredo.
Todo empezó cuando iba a comenzar una nueva temporada de la serie más longeva en la historia de la televisión. Aunque seguía manteniendo buenas críticas, Los Simpson y su fórmula parecían iniciar un ligero declive. Algunos pensaban que el programa había agotado su potencial, y para 1997 el futuro del espectáculo era de lo más incierto.
Por primera vez, los ingresos de las licencias Simpson, habían descendido 75 por ciento, por lo que se necesitaba algo nuevo para atraer a nuevo público. Fue entonces, cuando el experto en marketing externo, Jeff Charney, responsable de mercadotecnia en Kaufman and Broad, a su vez un constructor de casas que buscaba promocionar su marca y un nuevo desarrollo de viviendas en Henderson, Nevada, dijo que habría de construir una réplica de la casa de Los Simpson.
Una vez que se aprobó el proyecto, el equipo examinó más de 100 episodios de la serie y los guiones gráficos prestados por la producción para tratar de imitar cada rincón del diseño. El objetivo del equipo era que se parecieran en un 90 por ciento.
Durante el diseño y la construcción se cuidaron los más mínimos detalles: Los marcos de las puertas se ensancharon y alargaron para acomodar el cabello de Marge. Las escaleras que conducen al segundo piso eran un poco más empinadas de lo normal. El suelo de la planta baja se pintó con hormigón en lugar de madera dura o alfombra, para imitar mejor los colores planos del show. La casa del árbol de Bart también se erigió en el patio trasero.
Cuando la estaba casi lista, en agosto de 1997, después de solo cuatro meses de trabajo, Fox y Kaufman and Broad comenzaron a organizar giras para locales y turistas que esperaban echar un vistazo al interior.
Hubo semanas donde había colas con tiempos de espera de más de dos horas alrededor de la calle.
Tras concluir la casa, PepsiCo lanzó un concurso para que el afortunado comprador de este producto se llevara la casa valuada en 150 mil dólares.
El día que se anunció al ganador, el número 9786065, nadie salió a reclamarlo; por lo que se ideó un plan b: se elegiría al azar uno de los formularios que los consumidores también podían enviar por correo, informó Gizmodo.
En diciembre de 1997, se anunció que la ganadora era Barbara Howard, una jubilada de 63 años que vivía en Richmond, Kentucky. Howard vivía en un área tan rural que la limusina enviada por Fox no podía acceder por el camino de tierra que llevaba a su casa.
La cadena la llevó en su primer vuelo en avión con sus dos hijas y su nieto. La mujer posó en las fotos con una llave ceremonial gigante para su nuevo hogar y le dijo a la prensa que aún estaba tratando de procesar su buena suerte. Sin embargo, a los pocos días Fox recibió un mensaje en el que Howard no quería la casa y pedía a cambió dinero en efectivo.
Al parecer, la mujer no se veía trasladándose de área y le parecía un tanto surrealista irse a vivir a una casa de dibujos animados. Fox accedió, aunque le dio 75 mil dólares.
En el año 2001, se decidió poner a la venta la mítica casa y fue entonces cuando Danielle, una secretaria que ni siquiera asoció al principio que se trataba de la casa de Los Simpson. Danielle se mudó con sus dos hijos y su esposo.
Aunque el exterior ya no guardaba los colores originales, el interior se mantuvo tal cual, “era como estar en una caja de Crayola”, contó a los medios Danielle. Los pequeños destrozos y robos anteriores eran perceptibles cuando la familia entró a vivir. Alguien incluso había robado un árbol del patio trasero.
La mujer pintó las paredes, reemplazó las alfombras y dejó al descubierto el piso rojo. Por cierto, todavía hoy tiene que recordar al gobierno que la casa realmente no tiene chimenea en materia de impuestos, es parte del “decorado”.
La mujer se acabó divorciando y se casó nuevamente, aunque asegura que ya no puede irse de la casa. Hasta la fecha sigue recibiendo correos dirigidos a la familia Simpson y visitas de extraños a su casa.
En Corea del Norte comen caldo de carne de perro para soportar el calor
Sé parte de la conversación