Por Pablo Montaño
La cámara se mueve un poco pero la imagen es clara, la suntuosa casa con su portón negro se abre y de ella salen tres policías fuertemente armados que aseguran el perímetro y forman un pasillo hasta la patrulla. Ahí está, Javier Duarte agacha la mirada y quiere enterrar su cara en su hombro para evitar los flashes de los periodistas. El estruendo de las preguntas que quedarán sin respuesta inunda la escena: “¿Qué opina de las acusaciones de empresas fantasmas?, ¿con quién tenía acuerdos en la función pública?, ¿cómo le hizo para bajar tanto de peso en tan sólo seis meses?” Ya nada importa, el policía que le sujeta las manos esposadas lo introduce en la patrulla con poca delicadeza y firma el principio de su condena con un portazo. Las casas decomisadas serán subastadas y el dinero se utilizará para un programa de protección a periodistas en el estado de Veracruz, las cuentas congeladas ayudarán a sanear parte de las golpeadas finanzas veracruzanas y completarán los fondos para las familias de los periodistas asesinados. Los inmensos ranchos son declarados parques estatales y santuarios de flora y fauna, con módulos educativos para enseñar a los jóvenes que la corrupción se paga cara en este estado. Por un instante, el país respira y retoma la esperanza de que las cosas pueden cambiar; el golpe de timón está dando resultados y por si fuera poco, hoy mismo se ha filtrado el rumor de que César Duarte de Chihuahua y Beto Borge de Quintana Roo están bajo arresto preventivo. México busca quitarse el estigma de la corrupción y su negra herencia.
Y no, nada más lejos de nuestra realidad. Duarte se ha dado a una fuga con cara de crucero all-inclusive y con final de consulado y como consuelo, nos queda la más reciente declaración de nuestro Presidente: contra todo pronóstico, él no se levanta todos los días pensando cómo va a joder a México. La aclaración resulta pertinente, incluso él mismo se lo había llegado a cuestionar; terapia psicológica y exámenes rigurosos de actividad cerebral en sus últimas horas de sueño, nos confirman que lo que el Presidente hace no es premeditado, le sale de forma natural. Tomando la declaración por buena, nos cuesta trabajo que se levante con la motivación inversa. Resulta difícil verlo empezar el día ideando cómo frenar la corrupción o cómo privará de sus privilegios a una élite política que vorazmente depredan el país a punta de contratos y abusos. Hace unos días terminó la conferencia de Hábitat III de ONU Hábitat en Quito, en ella se presentó una agenda global urbana pensada desde las ciudades y para su gente; irónicamente Peña inaugura un segundo piso en Puebla, Mancera impulsa uno para Insurgentes y Guadalajara y Zapopan proyectan colegios y fraccionamientos en los linderos de bosques y cañadas. Quizás no empiecen cada día pensando ¿cómo voy a joder hoy a México? pero les vendría bien preguntarse cada noche ¿cómo es que lo jodí hoy?
@pabloricardo2
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