Por: Fernando Ortiz C.
El terror se apodera nuevamente de Europa, más preguntas que respuesta respecto a los atentados que se han perpetrado en el aeropuerto y en el metro de Bruselas, ciudad que no solo es la capital de Bélgica sino también es la sede de la mayoría de las instituciones europeas como: la Comisión del Consejo de Ministros, del Servicio de Acción Exterior de Europa y con junto a la ciudad de Estrasburgo, capital del Parlamento Europeo.
El desempleo y exilio que han sufrido por varias generaciones personas de Marruecos, Libia, Argelia y algunas otras ex colonias europeas en África, aunado a la falta de oportunidades han convertido al barrio de Moolbeek, en un lugar de segregación haciéndolo el nido de los terroristas y yihadistas que ante la falta de oportunidades, el rechazo del pueblo belga ante su condición de exiliado o refugiados, deciden unirse al DAESH u otras células criminales vinculadas al terrorismo con el simple hecho de causar miedo y confusión, poniendo en estado de alerta a Europa.
Parece que queda en segundo término la reivindicación del islam o la conversión de infieles, este es el discurso demagógico para atraer curiosamente a jóvenes que no sienten mayor atracción hacia los mandatos del islam pero ven en esta religión una forma de aceptación, un poder frente al sometimiento histórico del último siglo por parte de las naciones europeas. Así es de complejo el rompecabezas terrorista a lo largo y ancho del planeta.
Tenemos que saber que el islam no es un grupo homogéneo donde todos siguen la misma interpretación de los textos sagrados, sino que existe un sinnúmero de escuelas y ramas que toman a sus anchas lo que consideran la verdad o el verdadero islam haciendo de esto una de las partes más confusas dentro de la propia religión, los principales promotores de las deducciones de lo que el Corán dice o manda son grupos salafistas, takfiris, wahabitas, curiosamente son las facciones a las que la mayoría de los grupos terroristas pertenecen.
Los atentados ocurren después de la detención del supuesto líder y cerebro de la operación terrorista llevada a cabo en noviembre del año pasado en París. Todo esto aunado a los ataques directos de Rusia en contra de DAESH y su retirada la semana pasada de territorio sirio, todo esto creando este ambiente de confusión e incertidumbre.
Al adjudicarse el Estado Islámico los atentados, lanzó un mensaje irónico: “El Estado los obligará a reconsiderar sus métodos mil veces antes de que sientan coraje para volver a matar musulmanes, y sepan que los musulmanes ahora tienen un Estado que los defiende” y entonces aquí es donde el odio frente a los refugiados que proceden de países en conflicto cuyas creencias religiosas se articulan a lo que el Estado Islámico proclama, conduciendo a un rechazo generalizado y justificado ante las personas que profesan el islam.
El mensaje del DAESH es inverosímil si solo se lee a la ligera, ¿cómo este grupo terrorista cree tomar la voz y hablar en “defensa” de los musulmanes? Si existe un enemigo dentro de las filas ideológicas del islam es el propio DAESH que ha asesinado a miles de musulmanes, pero ese discurso demagógico y retórico es propicio para incentivar el creciente odio frente a la religión islámica.
Ya no hay marcha atrás, los radicales islamistas y terroristas ligados al yihadismo han atacado a lo largo de los años las capitales neurálgicas del continente Europeo: Madrid (2004), Londres (2005), dos ocasiones París (enero y noviembre 2015) y ahora Bruselas; la guerra está declarada en el Viejo Continente, pero se necesita hacer un exhaustivo análisis de lo que ocurre en estos países, pues estas naciones son las que más conversos al islam tienen y a su vez engrosan las filas del grupo terrorista DAESH.
Con todas estas situaciones las consecuencias las padecen tanto los originarios de los países europeos que se encuentran en una constante alerta, con un miedo a ser la próxima víctima de algún terrorista, quienes encuentran como única salida el rechazo a árabes e islámicos por igual.
Por el otro lado se encuentran los refugiados de países en conflicto como: Siria, Irak, Yemen, Líbano, Palestina entre muchos otros que buscan salvar sus vidas sabiendo de antemano que a los lugares que llegarán no encontrarán las mejores oportunidades; personas que solo buscan huir de los conflictos (generalmente provocados por países europeos) con muy poco interés por enrolarse en actividades de conversión de europeos al islam.
Con todo este caldo de cultivo de odio y xenofobia por parte de los europeos, y en contraparte el recelo y resentimiento de los refugiados de Medio Oriente, el conflicto es inminente, lo cual es aprovechado por grupos fácticos para generar una lucha reclutando principalmente a jóvenes que no tienen mejor opción que “luchar por una causa” generalmente sin causa.
Ahora la gran pregunta es ¿qué sigue en el panorama mundial? Los refugiados sufren las consecuencias de los actos de un puñado de radicales y son expulsados o se sigue dando oportunidad de protección a todos aquellos que huyen de la guerra en sus países. Pudiera ser que se deje de financiar a grupos terroristas como DAESH y con eso el terrorismo no tendría forma de subsistir, al menos por la vía económica.
¿Es tan importante la propagación en Medio Oriente de la democracia occidental? al final de una u otra forma este discurso e imposición ha sido la que desencadenó la mayoría de los conflictos en Oriente. Las luchas ideológicas seguirán en suelo europeo esperando nuevas víctimas y con ello los gobiernos europeos tener la justificación perfecta para atacar blancos y objetivos en otros países.
A la larga parece que los grandes beneficiados de los actos terroristas son paradójicamente los gobiernos que son víctimas de ellos, pues se reivindican de manera instantánea los discursos de odio e intervención bélica en pro de la seguridad nacional. Los afectados sin duda todos aquellos musulmanes que viven su religión fuera de toda radicalización, que conviven sin mayor problema con quienes no tienen sus mismas creencias y todos los inocentes civiles que se en encuentran en el lugar y momento equivocado.
El terrorismo tiene varios rostros y ahora el más conocido es el del yihadismo, una mala interpretación coránica de la cual se han aprovechado varias escuelas islámicas para promover el odio, inducir a la violencia, provocar muerte y destruir el diálogo para la convivencia.
Predecir lo que sucederá es complejo, pero las pautas ideológicas marcan que posiblemente se sigan dando pequeños atentados a lo largo y ancho de Europa, dando el golpe fuerte en algún país que sea una potencia económica, que tenga un poder político preponderante y que sea receptor de refugiados; sumando a esto que tenga una comunidad islámica creciente y estable, apartada o dividida de las actividades laborales del país. El país que puede convertirse en un objetivo latente donde se puede asestar un golpe fatal a Europa y desatar algo parecido a las guerras mundiales del siglo XX, sin duda apunta hacia Alemania quien sea la siguiente víctima de algún atentado.
No es cuestión de banderas ni colores, tenemos que buscar la forma de convivir y distinguir entre política y religión. Nadie puede hablar por Dios, ni todos los que se dicen portadores de la voz de alguna divinidad son voceros de aquellos que creen en dicha divinidad. No todos se ven representados en los actos cobardes que realizan.
Miles de musulmanes condenaron los ataques y muchos de ellos indignados reclamaron que esos actos no fueron en nombre del islam, sino por intereses o ideas de los terroristas que nada tienen que ver con sus creencias. Tal y como lo dice el Shaykh Muhammad al-Ghazali: “El verdadero islam está siendo destruido en nombre del islam”.
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