Las autoridades piden a los ciudadanos denunciar los puntos donde se vendan estos videos
Algunas víctimas acceden a participar en estas grabaciones a cambio de unas monedas o comida, debido a la pobreza que enfrenta este sector de la población
“Chamula Power” es un grupo conocido por dedicarse a distintos negocios ilícitos que van desde la venta de droga, con el permiso del grupo criminal de “Los Zetas”, hasta la piratería y la producción de videos para adultos.
Estos últimos son grabaciones en las que se exhiben delitos sexuales cometidos en contra de mujeres indígenas de Chiapas, mismos que son distribuidos en los mercados de dicho estado, indica una investigación realizada por el periodista Óscar Balderas y publicada en el portal Huffington Post.
La actividad fue detectada hace cuatro años por Martha Figueroa, activista feminista, que descubrió que en San Cristóbal de las Casas se vendían DVD con llamativos títulos escritos a mano sobre carátulas blancas: “Indias calientes”, “Indias en el monte”, “Chamula XXX” y más.
Las protagonistas de los videos son mujeres tzotziles y tzetzales adolescentes, jóvenes, señoras y hasta mujeres de la tercera, que mantienen relaciones sexuales aparentemente consensuales, pues el comportamiento de los protagonistas insinúa un servicio sexual. Si embargo, también hay algunos donde se exhibe a adolescentes ebrias y violadas, y mujeres grabadas con cámara escondida y cuya identidad se difundía sin su consentimiento.
“Por los títulos y la vestimenta de las mujeres, es obvio que se trata de indígenas de los municipios más pobres de Chiapas: Chamula, Zinacantán, Chiapa de Corzo. Y el hecho de que los discos se vendan en San Cristóbal, donde hay una gran población extranjera y con dinero, te da a pensar que se trata de un mercado sexual donde las más vulnerables son carne de cañón para los más ricos del estado“, relató la activista.
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Este tipo de videos son denominados “Etnoporno”, y ha surgido debido a que sus consumidores tienen una especial fijación por las poblaciones indígenas, indica Patricia Chandomí, académica de la Universidad Autónoma de Chiapas.
“Los que compran este tipo de pornografía lo hacen porque les causa fascinación o morbo una persona indígena. Quieren ver cómo tienen relaciones sexuales, cómo son sexualmente. O, en los casos más extremos, quieren ver cómo se ejerce la dominación a un grupo de por sí ya oprimido históricamente”, detalla.
Las víctimas del “etnoporno” muchas veces acceden a participar de estos video debido a la pobreza que enfrenta este sector de la población. La falta de empleo, oportunidades y solvencia económica las obliga a aceptar a ser grabadas a cambio de algunas monedas, comida y un cartón de cerveza, un bien muy cotizado debido al alcoholismo persistente en muchas comunidades.
Activistas en favor de las mujeres han comenzado a actuar en contra de la producción de este tipo de material, debido a que la identidad de las mujeres no es protegida.
Los activistas usan estos videos para ubicarlas, corroborar que tengan más de 18 años y saber si consintieron la grabación. De no ser así, inician una defensa legal para ellas.
Al respecto, las autoridades han solicitado a los habitantes de Chiapas denunciar los puntos de venta de este tipo de material, pues su queja puede derivar en la apertura de una carpeta de investigación.
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