Con el reciente acuerdo histórico firmado entre China y Rusia en materia energética, el mundo se coloca en la frontera de un cambio radical en la economía global que conocemos hasta ahora. Después de la caída del Muro de Berlín en 1989 que llevó a la definitiva extinción de la URSS, se expandió la moral Occidental al pensamiento del mundo, acontecieron guerras por todos lados, justificadas una y otra vez, por dogmas mediáticos como: “La Preservación de la Paz” y “La Libertad”, pero en los hechos, no ha sido así.
Por otro lado, las grandes potencias, coludidas con magnates, no han parado de boicotear el respeto a las soberanías y a la libre expresión de los pueblos que componemos el mundo y que vivimos en países sin voz ni voto ante estos círculos del poder global.
Estados Unidos, el país que se llevó los laureles y la gloria en el siglo XX, ha visto disminuir drásticamente su influencia a nivel mundial sin dejar de ser una nación poderosa, mientras la decadente Unión Europea, pareciera estar entre la espada y la pared al apoyar públicamente las ridículas sanciones de EUA a Rusia y al mismo al tiempo, depende de estos últimos para su abastecimiento de gas, entre otras cosas.
La intolerancia, el autoritarismo y la doble moral, característicos de estas tres potencias (Rusia,China,EUA), pretenden establecer un nuevo orden mundial, que si bien es cierto, resulta sano equilibrar el poder, también es un hecho que el Imperialismo es inaceptable de donde sea que este emane.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Manuel Tenedor
@ManuelTenedor
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