Por: Fernando Ortiz C.
Carolina del Sur está viviendo una época de tensión posterior a la matanza perpetrada por Dylann Roof, el joven que entró a una iglesia asesinando a varios de los feligreses en la ciudad de Charleston, localidad con un pasado histórico fundamental para entender la esclavitud y las diferencias raciales.
La ciudad de Charleston fue el puerto que recibió cerca del cuarenta por ciento de los esclavos que llegaron a los Estados Unidos, con base en esta situación el asesinato provocado por Dylann cobra mayor importancia.
El asesino de Charleston, como ahora se le conoce al adolescente Roof, tenía como objetivo desatar una guerra en la Unión Americana provocando posteriormente una confrontación entre grupos radicales de supremacía blanca así como de grupos afroamericanos.
Miembros del Ku Klux Klan y de los conocidos como Panteras Negras son los involucrados en esta lucha silenciosa que cada vez toma más fuerza y podría detonar una violencia racial, como la que vivió Estados Unidos a finales del siglo XIX.
La bandera confederada es el símbolo de la discordia, los miembros del Imperio Invisible, como se le conoce al Ku Klux Klan, apoyan la portación de este emblema, ya que argumentan que es una bandera que simboliza el orgullo sureño, además de recordar a los caídos en la Guerra Civil.
Contrariamente, los miembros de la comunidad afroamericana y los miembros del Black Panther Party contradicen la postura de los caballeros del Ku Klux Klan, esgrimiendo que esa bandera solo es un recordatorio del odio y la segregación sufrida por su comunidad; una bandera que solo evoca a la esclavitud.
¿Quién tiene la razón? Podríamos decir que ambos grupos tienen fundamentos sólidos para sus posturas, es por eso la dificultad y la tensión que esto conlleva. La bandera confedera es un insignia del sur de los Estados Unidos, pero en el fondo, los tintes ideológicos denotan la lucha que el sur emprendió contra el norte, la defensa de la esclavitud por parte del sur. Esto es motivo de más polémica histórica y política, pues se dice que la razón fundamental de la lucha ente el norte y el sur fue por los impuestos excesivos que tenían que pagar.
Posterior a 1865, año en que termina la Guerra de secesión estadounidense, se confirma la abolición de la esclavitud con la XIII enmienda constitucional, lo que llevaría al descontento de los colonos blancos y por lo tanto comenzaron con la persecución contra las comunidades negras.
Existen quienes dicen que esto es totalmente falso, pues en el sur muchos colonos de raza blanca aborrecían la esclavitud y lucharon tenazmente por abolirla. Lo que es un hecho, y se tiene documentación fehaciente de esto, es que un grupo de excombatientes de la Guerra Civil y de raza blanca formaron una organización que perseguía y violentaba a las poblaciones negras recién emancipadas.
Durante años, el Imperio Invisible y los caballeros del Ku Klux Klan hicieron estragos en diferentes estados: Texas, Missouri, Carolina del Sur, Arkansas y Oklahoma fueron sacudidas por este grupo que buscaba un país: blanco, americano y protestante, por lo cual poco a poco fueron atacando a diferentes grupos como católicos romanos y judíos.
A inicios del siglo XX, perdió protagonismo por varios factores tanto políticos como económicos, aunque el racismo continuaba latente. En 1915 se da el resurgimiento del clan, promovido por el coronel W. Simmons reavivando los ideales de la organización.
La segregación racial seguía en aumento, al igual que el clan; no fue hasta 1963 cuando el pastor oriundo de Atlanta, Martin Luther King Jr. Pronunció el tan conocido discurso “Yo tengo un sueño” dando un vuelco a los derechos civiles de las comunidades afroamericanas.
El espíritu del racismo en Estados Unidos, cobra más y más fuerza; la violencia de policías blancos contra latinos y negros. Los crímenes por odio racial son una constante en el entorno norteamericano que paradójicamente el primer presidente negro de aquel país no ha sabido controlar o al menos contener.
En el país de más libertades, como se jactan sus ciudadanos, y en el que la democracia es un dogma y lo que da razón de ser a la nación de las barras y las estrellas, el racismo se presenta como una amenaza al sistema, a los valores norteamericanos, pero al mismo tiempo es parte de su historia y muchos se sienten orgullosos de ella.
El racismo es un fenómeno que está latente en Estados Unidos, y es preciso señalar que no solo es de blancos contra poblaciones negras, sino que también existen los casos contrarios donde los negros son los perpetradores de la violencia.
Este es un tema escabroso, la situación de odio racial de parte de negros contra comunidades blancas. En los años setenta, el Partido de las Panteras Negras marcó con violencia y muerte, contra personas de raza blanca, su ideología, cometiendo actos similares a los del Ku Klux Klan, de ahí proviene la tensión del enfrentamiento entre ambos grupos en días pasados.
Los asesinatos de negros hacia blancos fueron temas de discusión nacional en 2012, cuando seis jóvenes negros mataron a golpes Pat Mahaney, en Ohio, generando con esto nuevamente la tensión y el odio entre ambos grupos.
Estados Unidos se enfrenta con un panorama complicado, parece que el enemigo está en casa, y ese enemigo es el odio racial que puede manifestarse en cualquier instante provocando un caos y una sería ruptura social.
Ahora es la bandera confederada la que es motivo de disputa y discordia, pero hace unos meses era la policía asesinando a sangre fría a personas negras; meses atrás eran negros asesinando blancos. Hace algunos años el caso de O.J. Simpson o el lamentable hecho de Rodney King, el cual provocaría los disturbios en Los Ángeles, donde más de cincuenta personas murieron.
Racismo, caballeros blancos contra panteras negras; orgullo sureño contra recuerdo de sometimiento; esclavitud y emancipación; estos son los problemas actuales de la nación más poderosa del mundo, situación que puede desbocar en una cadena de crímenes. Este es uno de los puntos clave que deberán tener en sus agendas tanto republicanos como demócratas para los siguientes comicios presidenciales.
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