Pese a que el abuso ocurrió en septiembre del año pasado, el sacerdote continuó realizando su labor religiosa.
La tarde del 8 de septiembre de 2015, Perla González fue a la parroquia La Transfiguración del Señor, en Ciudad Juárez, donde vio al sacerdote Leopoldo Nevárez Erives, quien aguardaba para darle la confesión.
Ella se mueve lento, a consecuencia de una parálisis ocasionada por esclerosis múltiple y afirma que el clérigo sabía de las condicionantes de su enfermedad.
Esa tarde, cuenta, el presbítero le tomó la mano izquierda para mordisquearle el dedo anular donde portaba un anillo de castidad, pues su sueño era ser monja. Un instante más tarde, el párroco, de 73 años, se abalanzó sobre ella para hacerle tocamientos y besarle el cuello contra su voluntad, sin que lograra defenderse.
Su caso es el primero documentado en la historia de Ciudad Juárez en el que se acusa como probable responsable de abuso sexual a un sacerdote católico.
Ante el hecho, la diócesis no supo cómo actuar, por lo que prefirió esperar seis meses hasta que concluyera la visita del Papa Francisco, para entonces sí tomar cartas en el asunto.
Mientras tanto, el personal de la Fiscalía de Género ha ejercido presión para que la víctima guarde silencio, llegue a un acuerdo con su agresor e incluso desista en la demanda.
En tanto, el padre continuaba oficiando misa en la parroquia.
Fuente: SinEmbargo
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