Durante los últimos tres años han intentado hacernos creer que el “viejo PRI” ya no existe, que se quedó en el pasado junto al casi medio siglo que gobernó. Ahora, la moda, es gritar a los cuatro vientos que el “nuevo PRI” ha llegado.
Nos aseguraron que el “nuevo PRI” no compra votos con despensas, un “nuevo PRI” que no recibe ayuda de las grandes cadenas de televisión, un “nuevo PRI” que respeta presupuestos de campaña, un “nuevo PRI” que gana candidaturas con procesos electorales transparentes… ¿verdad?
En estos días se discute la Ley de Transparencia y el “nuevo PRI”, en compañía de su fiel compañero, el Partido Verde; propusieron adecuaciones que organizaciones han calificado como regresivas, no de uno o dos años, sino de una década entera.
Dentro de dichas propuestas se encuentra no transparentar violaciones a los Derechos Humanos; ¡claro!, para qué andar ventilando otros casos como Tlatlaya o Ayotzinapa.
Además, se sugiere negar información sin justificación, así que ni se le ocurra andar de preguntón. Pero en caso de que sea insistente y no quiera dar su brazo a torcer también se sugiere eliminar el sistema de sanciones a los funcionarios (que quede claro que no hay lugar para la curiosidad).
Para dicha propuesta de ley también se plantea la reserva de información por temas de estabilidad económica, financiera y monetaria. Es decir, si la moneda nacional está en crisis o si Pemex permanece con baja de ingresos y continúa con recortes de personal, ni se preocupe, de todos modos no le van a contar.
Y si aún no soy clara en mi punto, le cuento la cereza del pastel: proporcionar más poder al Ejecutivo, mismo poder que se pasó por “el arco del triunfo” el trabajo de los funcionarios y sociedad civil, pero además hizo tan pertinentes propuestas.
En caso de aprobarse estos cambios, en primera instancia podría pensarse que los jodidos somos los periodistas o los medios de comunicación, pero tome en cuenta que en dicha circunstancia no podría enterarse de los atropellos que la autoridad comete frecuentemente, no podría conocer las transas de su gobierno y ¿adivine qué?, usted terminaría pagando los platos rotos.
El “viejo PRI” compraba votos con despensas en especie, el “nuevo PRI” compra elecciones con tarjetas Soriana, el “viejo PRI” compra a los medios, el “nuevo PRI” negocia primeras damas, el “viejo PRI” engañaba al pueblo pero el “nuevo PRI” pretende esconder su honrado actuar.
El “nuevo PRI” efectivamente llegó, recargado y renovado, con más ganas de transar y con mejores métodos para robar.
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