En México hay dos tipos de personas: las que realizan mal su trabajo, mienten, reprimen, asesinan y no se rodean de las personas “correctas”; y las que realizan mal su trabajo, mienten, reprimen, asesinan y tienen las amistades “correctas”.
Las primeras se joden, mientras las segundas son premiadas y las nombran ministro de la Suprema Corte de Justicia (SCJN).
Este martes fue nombrado para ocupar el cargo de ministro de la SCJN, por 15 años, Eduardo Medina Mora. Fueron 83 votos a favor y 16 votos nulos.
El mismo Medina Mora vinculado a la represión de 2006 en Atenco, el mismo ligado a la detención ilegal de dos indígenas otomíes, el mismo relacionado a la liberación de 73 millones de dólares que presuntamente devolvió a Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex Presidente Carlos Salinas, el mismo asociado al operativo Rápido y Furioso y al “michoacanazo” y el mismo que apoyó la guerra contra el narco de Calderón cuando era titular de la PGR.
Pero ¿por qué una persona con ese pasado que llama la atención de cualquiera llega a un puesto cuyo salario asciende al millón de pesos anual? Porque muchos funcionarios son igualitos a él y en su momento las debidas autoridades negaron que fuera responsable, porque tiene las “amistades” correctas en el PAN y en el PRI, porque es amigo del presidente Enrique Peña Nieto, mismo que apoyó su postulación al cargo de ministro.
Esto va en contraste con las más de 50 mil personas que lo rechazan, mismas que firmaron un documento para exigir que no se avalara su aspiración.
Medina Mora tiene muchas amistades “correctas” que le permitieron ocupar una silla en la Suprema Corte y declarar que su único compromiso es con la verdad, la justicia, la Constitución y México, y garantizar que su trabajo se realizará siempre con mesura para demostrar que “México sí puede ser un país de leyes y una patria con justicia para todos”.
Sin embargo, Medina Mora es el claro ejemplo que México no es un país de leyes, ni una patria con justicia para todos, porque si lo fuera él no estaría ocupando un lugar como ministro, ni siquiera gozaría de libertad y estaría tras las rejas.
La lección de la semana es: “joda a quien se le ponga enfrente, robe hasta que no quede un centavo más, mienta hasta creer sus propias falacias pero siempre rodéese de las amistades ‘correctas’” tal y como lo hizo Eduardo Medina en el PAN cuando apoyó a Felipe Calderón y en el PRI cuando apoyó a Enrique Peña Nieto gracias a sus “amigos” en Televisa.
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