Por Pablo Montaño
En nuestro momento más roto, en la hora más cruda y con la amenaza suspendida sobre nuestras ciudades y casas, nos damos cuenta que no estamos solos. Hay país.
Por meses y años nos han privado de toda identidad colectiva, dejando nuestro imaginario nacional a la rapiña de la auto-condenación: “México es corrupto. México no puede, es pobre, es inculto, está dividido, está indefenso…” Pero se equivocaban esas voces, esas voces que tantas veces fueron las nuestras; no veíamos la valentía y el coraje que existen en los pueblos de este país. Sin pedir permiso y sin esperar indicación alguna nos activamos para rescatarnos, para salvar a ese México que se le ha querido hundir.
La corrupción no es cultural, la solidaridad, sí. Entre el dolor por los fallecidos y el impacto de las imágenes de edificios colapsados; ha surgido un “sí se puede” cargado de sentido. Nadie nos va a rescatar si no lo hacemos nosotros mismos; nadie puede cambiar la tragedia en hazaña sino las mujeres y los hombres de ese México que parecía ausente y que ayer despertó y recordó que tenía hermanas y hermanos que necesitaban de él. La mezquindad no tiene lugar entre los brazos enlazados de estas mujeres y hombres. Aquí no caben los cínicos.
Que la fortaleza y la compasión que estamos mostrando no se olvide. Que estos días nos cambien para siempre y sigamos retirando el escombro que nos oprime como país. Que por años sigamos rescatándonos de la pobreza, de la violencia y de la desigualdad. Que reconozcamos en la cotidiana injusticia, la dramática impotencia y desesperación que hoy nos mueve a la acción. Que no volvamos a caer en la mentira que no somos y no podemos. Que no se nos olvide que hay país.
@Pabloricardo2
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