ROMA, 26 de febrero.- El primer trasplante de cabeza en un ser humano podría ocurrir en un lapso de dos años, aseguró el cirujano italiano Sergio Canavero, director del Grupo Avanzado de Neuromodulación de la ciudad de Turín.
Declaró, citado por la edición digital del diario La Repubblica, que ese tipo de operación podría salvar la vida de personas con cáncer o enfermedades nerviosas o musculares que han comprometido su motricidad.
El controvertido neurocirujano italiano dijo que los principales obstáculos que han impedido hasta ahora el trasplante de cabeza, como la fusión de la espina dorsal y el rechazo, se pueden superar gracias a los avances de la medicina.
Recordó que en otras ocasiones ya se han realizado ésta clase de transplantes en animales, aunque con un éxito limitado. En 1954 el científico soviético Vladimir Demikhov trató de trasplantar la cabeza y las piernas de un perro cachorro en el cuerpo de un perro adulto, sin remover la cabeza de éste. El resultado fue un perro de dos cabezas que sobrevivió menos de una semana a la cirugía. Luego, en 1970, el Doctor Robert J. White, un reputado neurocirujano estadounidense, intentó trasplantar la cabeza de un mono en el cuerpo de otro mono. Dado que la cirugía incluyó el corte de la columna vertebral a la altura del cuello, los sujetos estaban paralizados del cuello para abajo. Después de la cirugía, debido a que los nervios craneales dentro del cerebro estaban intactos y alimentados por el sistema circulatorio del cuerpo nuevo, el mono podía todavía oír, oler, gustar, comer y seguir objetos con sus ojos. Sin embargo, sólo vivió por 9 días.
Canavero cree que los requerimientos técnicos hoy son mucho más avanzados para propiciar mejores resultados. Y piensa anunciar lo mismo en junio de este año en la próxima conferencia anual de la Academia de Neurólogos y Cirujanos Ortopédicos , en Maryland, EEUU.
Su idea comprende enfriar los cuerpos a una temperatura de entre 12 y 15 grados centígrados para conservar las células y luego comenzar una serie de cortes con un bisturí finísimo para separar la cabeza del cuerpo del donante y colocarla en el receptor, seccionando el tejido del cuello y conectando lo principales vasos sanguíneos con pequeños tubos.
Hay otras dificultades enormes, como el hecho que habría que cortar la médula espinal en ambos cuerpos y conectarlas nuevamente. Para esto, Canavero supone que se podría usar polietilenglicol, una sustancia que permitiría (hipotéticamente, pues aún no está probado que funcione) restablecer las conexiones nerviosas entre cerebro y espina del cuerpo del donante. Si el polietilenglicol no funciona, podrían utilizarse la inyección de células madre, o injertos de células olfativas o un puente hecho de membranas estomacales que han probado cierta eficiencia en algunas pruebas con animales y algunos casos de lesiones medulares en humanos.
Por otra parte el rechazo del sistema inmunológico que provocara la muerte en los monos del Dr. White, al día de hoy no sería un obstáculo mayor, según William Matthews, miembro de la The American Academy of Neurological and Orthopaedic Surgeons.
Tras la operación el paciente sería mantenido en coma por tres o cuatro semanas para impedir el movimiento, mientras electrodos implantados en el cuerpo darían una adecuada estimulación eléctrica a la medula espinal, lo que permitiría reforzar las nuevas conexiones nerviosas.
Según Canavero, al despertarse el paciente podría moverse, sentir el rostro y hablar y sometido a fisioterapia estaría en grado de caminar en el lapso de un año.
Pero además de las dificultades técnicas que plantea esta clase de cirugía, la consecuencia ética de esta posibilidad es la más importante y fuertemente planteada por la comunidad médica. Para lograr una cirugía exitosa habría que ensayar con animales, con vivisecciones en extremo polémicas, y por supuesto, con muy bajas expectativas de éxito, al menos en los primero casos. Lo que supondría la muerte de muchos individuos de las especies que se usaran como probeta.
“Pienso que actualmente hemos llegado a un nivel en el que los aspectos técnicos son factibles, pero si la sociedad rechaza este tipo de operación yo no la realizaré”, declaró.
Advirtió, sin embargo, que aunque en Occidente no sea aprobado ese tipo de experimento, ello no significa que no pueda ser realizado en otras partes del mundo.
Con información de Excélsior y La Gaceta.
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