Chilpancingo es una ciudad dividida. El gobierno desapareció y los habitantes tienen dos bandos: o favor de las protestas buscando la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, o en contra de los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG) que tienen tomado el Centro.
Desde que pasó lo de los muchachos, la ciudad no es la misma. En este momento podría considerarse una de las urbes con mayor cantidad de grafitti de México, no hay muro, puerta o cortina que se salve de las pintas, la mayoría demandando la localización de los normalistas que la noche del 26 de septiembre fueron privados de su libertad y hasta el momento se desconoce su paradero, aunque la autoridad afirme que murieron calcinados.
Desde la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, hasta el Palacio de Gobierno, todo está plagado de mensajes: “EPN asesino”, “Fuera Aguirre”, “soldados fuera de Guerrero”, pero el mensaje que se repite en todas las paredes es el 43.
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El centro de Chilpancingo está convertido en un muladar. Negocios cerrados y los que no, pintarrajeados. Desde octubre se instaló el plantón de maestros del Ceteg que proceden de todas partes de Guerrero.
Mientras policías federales dan vueltas con sus patrullas por las calles aledañas, el Zócalo es un lugar con decenas de casas de campañas propiedad de los profesores. Los edificios públicos que circundan: el Palacio Municipal, la Casa de la Cultura, el Palacio de Justicia, todo está tomado por los maestros.
Es complicado acercarse, sobre todo a las personas altas, los tenderos que se instalaron dificultan el paso.
Ser turista es peor, si te ven tomando fotografías de inmediato te amedrentan y te reclaman de dónde eres. Aunque uno les explique que se trata de un espacio público, ellos justifican su forma de actuar señalando que han sido violentados constantemente por las autoridades federales que tratan de retirarlos y detenerlos.
Y es que han pasado pocos días desde la represión de la que fueron víctimas en Acapulco y que costó la vida de un docente, hubo 99 detenidos, cinco maestras agredidas sexualmente y casi 500 lesionados.
Pero al final comprenden que uno es el enemigo y exponen sus argumentos: “el gobierno está tratando de reprimirnos, de retirarnos, pero estamos luchando por justicia, por los derechos de los maestros” explicó la maestra Margarita Nava, vocera del Ceteg.
La docente señaló que si bien hay varios sectores que los apoyan, reconocen que no todos están de acuerdo con su plantón en el Centro, principalmente los empresarios. Y es que varios de ellos han tenido que cerrar sus negocios pues no hay ventas.
Y es que a la par de los maestros, los ambulantes también tomaron las calles del Centro de Chilpancingo, afectando a los pocos negocios formales que tratan de sobrevivir.
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Desde hace tres semanas, Coca Cola decidió no distribuir refrescos en la zona porque sus unidades eran víctimas de constantes saqueos antes de entrar a Chilpancingo. Los responsables eran desde grupos de la delincuencia organizada, hasta manifestantes que demandaban la desaparición de los normalistas.
En México, es mucho más fácil encontrar una Coca -Cola en una tienda, que pan o tortillas… pero en Chilpancingo no, desde las tiendas de autoservicio hasta los típicos changarros de la esquina enfrentan carestía de este producto que se volvió básico (aunque en mala medida) en la dieta de los mexicanos.
Tomarse una Coca en Chilpancingo es como un trofeo. Y es sólo un efecto de la situación que vive la entidad. La inseguridad y las protestas.
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La gente en Chilpaningo se encierra desde las nueve de la noche. El municipio también ha sido víctima de la delincuencia organizada y la guerra de cárteles que domina el territorio guerrerense.
Las personas saben de la inseguridad, pero tratan de sobrellevar la situación… no es sencillo, la desaparición de los 43 estudiantes cambió todo en Guerrero para siempre.
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