Hace 21 años, cientos de mujeres fueron halladas en lotes baldíos con señales de violación tumultuaria, tortura, estrangulación e incluso mutilaciones. Dichos hechos llamaron la atención nacional e internacional, tuvieron lugar en Ciudad Juárez, Chihuahua y recibieron el nombre de las muertas de Juárez.
Hoy, dos décadas después, dichas muertes siguen impunes, y por si no fuera suficiente van a la alza, ahora no sólo en Chihuahua sino en el resto del territorio mexicano ya que cada 24 horas seis mujeres mexicanas son asesinadas, según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
A pesar que la muerte en nuestro país es algo “normal”, seis mujeres en una cifra significativa y el Instituto Nacional de las Mujeres y el Colegio de México indica que nuestra nación ocupa el lugar 16 en la incidencia de homicidios contra mujeres a escala global. Otro logro más para nuestra querida patria, quien hace sólo unos días también fue catalogada la más corrupta de la OCDE.
Pero no nos quedemos en cifras: Edith Gutiérrez Pérez, de 22 años de edad, estudiante de Administración del Instituto Politécnico Nacional (IPN) apareció muerta la mañana de este jueves, frente a su domicilio ubicado en calles de la delegación Iztapalapa y sólo unos días antes la enfermera de 19 años, Erika Kassandra Bravo, fue asesinada y su cuerpo fue encontrado con el rostro desollado en Uruapan, Michoacán.
Cada una de esas dos mil ciento noventa asesinadas cada año, cada una de las ciento ochenta que mueren cada mes o cada una de las seis que pierde la vida diariamente tienen nombre y rostro, tienen historia y querían un futuro.
México es un país surreal, donde aparte de que mueren cientos de mujeres anualmente, 95% de los casos quedan impunes según datos de la Organización de Naciones Unidas. Tampoco hay que olvidar que las autoridades correspondientes en los estados con mayor número de muertas se han negado a activar una alerta de género.
Dos décadas han transcurrido para darnos cuenta que el Estado no evoluciona, que un conflicto más se suma a las filas de violencia e inseguridad de México y tenemos que empezar llamarla como lo que es: una guerra contra las mujeres.
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