Por: Fernando Ortiz C.
Vivimos tiempos complicados frente al incremento de los precios de la gasolina, situación que ha desatado furia, enojo y enfado dentro de la población mexicana. La popularidad del presidente está por los suelos, y el descontento incitó a manifestaciones a lo largo y ancho del país.
Con todo esto, un fenómeno peculiar y nada desconocido en nuestro país, se está presentando. Cuando el precio de la gasolina era el motor que movía la lucha social poco a poco se fue mitigando en medios y redes sociales para dar paso a otro tema que comenzó a acaparar titulares, estoy hablando de los saqueos, desmanes y actos delincuenciales que los medios de comunicación comenzaron a difundir generando miedo y pánico además de dar un giro al tono y razones que motivaban las protestas.
En cuestión de horas el tema pasó a ser confuso y complicado, apoyar las manifestaciones y protestas de manera pacífica o participar en la rapiña y aprovechar las acciones de los delincuentes que se dicen eran infiltrados del gobierno que tenían como encomienda causar caos.
La estrategia parece ser una vieja táctica que autores como, el lingüista norteamericano, Noam Chomsky o Stanley Cohen han mencionado desde hace varios años: la manipulación y el pánico.
Digámoslo de esta manera: “alguien” dentro de las élites de poder o de mentes siniestras hizo una mezcla entre la teoría del pánico de Cohen y la estrategia de manipulación de Chomsky, sazonándolo con las leyes del poder de Robert Green.
Dentro de las estrategias de manipulación que menciona Chomsky está la primera que dice: “Desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes”. Qué mejor manera de hacerlo que generando grupos de choque para que las distracciones se vayan hacia los desmanes y destrucciones de los vándalos y delincuentes, y la crítica se desvíe totalmente del problema neurálgico del asunto del precio de la gasolina y el impacto económico en nuestro país. ¿Astutos o sinvergüenzas?
Entones frente a esta aparente puesta en marcha de distractores viene el pánico moral mediático del cual Cohen nos dice: “Se distingue por que el pánico o la ansiedad es utilizada de manera intensa y por lo tanto ése se presenta como el verdadero problema a enfrentar”. ¿Casualidad o planeación deliberada?
Continuamos pues con la situación apremiante de tratar de entender el conflicto y la problemática. ¿El precio de la gasolina es nuestro mayor problema? o son los actos vandálicos que están trasmitiendo a diestra y siniestra los medios de comunicación. En este caso es necesario mencionar una teoría denominada “Ventanas rotas” en honor al experimento social realizado en los años sesenta en California por el profesor Zimbardo.
Es común atribuir a los estratos más bajos de la sociedad o económicamente más vulnerables la capacidad de reacción violenta, llegando en dado caso a justificarla a razón de la precaria situación en la que viven día a día. El experimento también demostró que frente a un acto vandálico la población que está expuesta a ello tiende a unirse a dicho acto, por lo cual es un excelente motivo y una gran estrategia para quién o quiénes estén detrás de todo este maquiavélico asunto, crear grupos de choque para lograr dar impulso al pánico y a la manipulación.
¿Qué sigue?, pues el paso dos tal como lo menciona Chomsky, generar el problema (ya está listo con la “terrible” delincuencia desatada) continuando con generar una reacción ante dicho problema (reunión del gabinete, se está llevando a cabo) o como se menciona en la teoría de la ventanas rotas: “el delito es mayor en zonas donde el descuido, suciedad, desorden y maltrato son mayores”; para no caer en esta situación entonces se presenta la solución al problema generado (militarización de las calles) ¡Listo problema resuelto!
Ahora todo es más sencillo, con la estrategia de gradualidad que percibe Chomsky que consiste en que una medida inaceptable sea aplicada gradualmente (aumentos a la gasolina desde hace varios años) ésta tarde o temprano será aceptada sin mayor problema, y añadiendo lo que Cohen menciona en la teoría del pánico, el uso de un lenguaje emotivo por parte de los medios de comunicación, utilizando palabras como: crisis o decadencia, tenemos el caldo de cultivo perfecto para aceptar que vivimos en pánico, y los grupos de choque haciendo su trabajo para seguir por la línea de ser parte de las estadísticas del caos y entonces hablar incasablemente de ello, haciendo parecer que el problema de la gasolina es algo minúsculo frente al desorden social.
Los siguientes pasos son ya cuestión del mismo dinamismo del pánico y la manipulación. Chomsky habla de: “aceptar una decisión impopular es la de presentarla como dolorosa y necesaria”, y para sellarla al pie de la letra, la frase filosófica y retadora de nuestro presidente con su: Ustedes ¿qué harían? Es la clave para avalarla, acompañada del siguiente paso que es utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión, como el ya tan famoso: “estamos en tiempos de grandes retos”, pasando por mantener al público en la ignorancia y la mediocridad, estrategia que señala Chomsky y finalizando con estimular al público a ser complaciente con la mediocridad, con frases como: “estamos bien” o la conocida frase: “podría ser peor” (usado en el discurso del presiente el día de ayer de manera indiscriminada).
Continuando con el paso número nueve de manipulación de Chomsky, donde habla de reforzar la auto culpabilidad o en otras palabras culpar a nosotros de la situación: como el petróleo subió y no se hicieron bien las cosas en el sexenio anterior pues por eso estamos como estamos, gran frase (según él) para aceptar nuestra realidad.
Frente a todo esto, mientas la clase política manipula los medios se encasillan en dar difusión a los grupos de choque, desviando la atención, cosa que aprovecha el gobierno, y entonces comienza a tomar medidas como represión social y otra clase de pánico que generan la confusión social y la división de la población, entre el apoyo o la deserción de la lucha.
Con todo esto el conocido término de “cabeza de turco” se pone en marcha; sabemos que puede haber infiltrados, pero no sabemos si en realidad lo son, por lo tanto, tal desconcierto solo provoca ganancias al poder para legitimar detenciones injustificadas o contener manifestaciones sociales frente a la medida que no se acepta. ¿El gobierno tendrá la capacidad de planear todo esto a la perfección o solo son coincidencias tan extrañas de la vida?, como versa una famosa canción mexicana
Con todo lo antes mencionado ya está completa la teoría del pánico en todos sus aspectos y esto conlleva a la última de las estrategias planteadas por Chomsky: “el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos”.
El gobierno sabe cómo, cuándo y qué hacer para que reaccione la sociedad y al mismo tiempo qué ofrecer para que se calme todo, nos conoce muy bien, casi casi llegando al extremo de ser un tipo de sociedad Orwelliana con el Gran Hermano vigilándonos tal como lo dice George Orwell en su novela 1984.
Cumpliendo cabalmente con las estrategias de manipulación de Chomsky y llevando a cabo a la perfección la teoría del pánico moral de Cohen solo queda añadir algunas leyes del poder de Robert Greene para que todo el plan sea perfecto.
Una de las leyes del poder que menciona Greene es la de disimular sus intenciones (claro está que el alza de la gasolina tiene un valor político para cubrir la carrera presidencial con planes sociales y alguna tajada política obtendrán de ello).
Otra ley de las que hace mención Greene es la numero seis que dice: “Llame la atención todo es juzgado por su apariencia; lo que no se ve no cuenta”. ¿Recuerdan la frase tan famosa del presidente? Otra ley dice que presentarse con un gesto sincero y honesto que compensará docenas de actitudes dictadas por la hipocresía y la falsedad, tipo: vengo aquí a aprender; estoy aquí para ayudar a los mexicanos, ente otras joyas discursivas. Esto también es mencionado por Greene.
Por último, dejo una de las leyes del poder que Greene menciona como la número veintiuno que literalmente dice: “Muéstrese más tonto que su víctima”. Así es, por más extraña, absurda y rocambolesca que parezca, el autor menciona que: “a nadie le gusta sentirse más estúpido que los demás. Por lo tanto, el truco consiste en hacer sentir sagaces e inteligentes a sus víctimas y, sobre todo, más sagaces e inteligentes que usted. Una vez que las haya convencido de esto, nunca sospecharán que usted tiene motivaciones ocultas contra ellos”.
De ninguna manera puedo asegurar que Enrique Peña Nieto haya leído alguno de los libros donde las estrategias y situaciones aquí presentadas son mencionadas, pero tampoco puedo negar que muy posiblemente exista una mente detrás de todo lo que estamos viviendo, ya es un modus operandi que incansablemente ha funcionado en nuestro país y con nuestra sociedad. ¿Sorprendidos?, ¿Quiénes? ¿Nosotros de lo que sucede? o ¿las élites? que utilizan una, otra y una vez más estas maniobras y aún siguen funcionado.
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