Por Alejandro Páez Varela
@PaezVarela
El Presidente se aventó una encuestita rapidita en un mitin al que le acompañaba el Gobernador José Rosas Aispuro, ayer, en Durango. Había gritos de “¡fuera corruptos, fuera corruptos!” y muchas pancartas en las que se exigía cancelar la obra de Metrobús.
Desde hace meses se reclama en Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, que forman una zona metropolitana, que se diga en dónde están cientos de millones de pesos que administraron tan bien los gobernadores de Durango y Coahuila que no se sabe claramente en dónde quedaron. La gente llevó al escenario esas protestas. Y Andrés Manuel López Obrador las leyó, y tomó una decisión.
“Ya está el oficio de autorización [para apoyar el Metro] pero si la gente dice no, el pueblo manda. Y ese dinero se utilizaría en otras necesidades”, dijo. Luego agregó: “A ver, nada más para medirle el agua a los camotes: que levanten la mano los que consideren que no hace falta lo del Metrobús. [Ahora] Que levanten la mano los que consideren que sí es necesario”.
Remató: “Ya. No hubo Metrobús”. Y así de simple. Los recursos federales para esa obra se cancelaron.
El 24 de abril, López Obrador dijo que se podría realizar una encuesta para preguntarle a la gente si quiere la consulta para decidir si se enjuicia o no a los ex presidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. “Si no se resuelve pronto y la gente lo pide, vamos a llevarla a cabo de manera espontánea con la participación de los ciudadanos. Se ponen las mesas y como está establecido en la Ley, creo que para la participación ciudadana, en el caso de la Segob, hay un marco legal que fue el que se utilizó ahora para la consulta en Morelos. A ver si nos alcanza con eso, sí se puede”, dijo.
Pero ni la encuesta que llevaría a una consulta que conduciría al posible juicio a los ex presidentes ha llegado.
A juzgar por lo de ayer, cuando el Presidente quiere, quiere. Lo del Metrobús qué: arrastra vicios, trae dinero perdido, huele a cochinero. No va. No con dinero federal. Entonces, claramente no quiere enjuiciar a los ex presidentes porque si quisiera, hasta con una encuesta a mano alzada en el avión de regreso a la Ciudad de México lo ordena.
No, no quiere enjuiciarlos. Por ahora. E insisto en el “por ahora”.
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Algunos pensaron que el juicio contra Alonso Ancira Elizondo y contra Emilio Lozoya marcaría el inicio de una averiguación más amplia que llevaría inevitablemente a Enrique Peña Nieto. Yo lo creí. Ahora no lo tengo tan claro. Uno podría pensar que el Presidente está midiendo sus tiempos para cuadrar golpes de efecto. No tiene nada de malo: todos los presidentes del mundo dan golpes de efecto. Los necesitan. Marcan ciertos ritmos al ejercicio de gobernar.
Unos dicen que los está guardando para las elecciones intermedias. O para las presidenciales de 2024. Yo creo que ninguna de esas dos fechas le importan a López Obrador: más bien –es mi teoría–, cuando necesite golpes de efecto, los usará. Y aunque está empezando a sentir el desgaste, en este momento no los necesita.
Mi cálculo es que necesitará golpes de efecto más pronto que las intermedias y hay dos razones poderosas: la economía y la seguridad. No vamos bien en ambas tareas. No discuto con nadie, no me peleo con nadie: quien quiera argumentar, que lea los datos. Ni torciendo demasiado las cifras es posible mostrar resultados. Y si alguien lee las cosas que escribo aquí cada lunes se habrá enterado que hace meses lo vengo advirtiendo: seguridad y economía, economía y seguridad. Esas son las prioridades del país.
Lo ideal sería que la economía empezara a bufar; que la estrategia de seguridad se notara. No es fácil. Ambas variables no funcionan al grito del amo sino que responden a ciclos de siembra-cosecha. Supongo que ahorita están sembrando; más vale que empiecen a cosechar.
A falta de resultados en frentes que son cruciales, voltear a ver a los grandotes se impone. ¿Cuándo? Diría que pronto. Que este mismo año. De ser así, los que se sienten salvados en Valle de Bravo, en Ixtapan de la Sal, en Malinalco o en Madrid tendrían que preocuparse. Porque así como el Presidente administra sus sondeos y sus encuestas, podría estar administrando sus golpes de efecto.
…A menos de que, como se dice con tanta insistencia, de verdad exista ese pacto con Peña.
Y eso sí sería una verdadera lástima. El Presidente se quedaría sin golpe de efecto, sin el botón de restart para su propio sexenio. Y entonces sí: ni mejoró la economía, ni mejoró la seguridad, ni cayeron los corruptos. Nos quedaríamos con lo que hemos visto en estos meses: el esfuerzo colosal de un hombre, López Obrador, por mantener su popularidad sin mostrar resultados. Lamento ser un aguafiestas. Caeríamos, todos, en “una especie de depresión cívica”, como dice un amigo: ya probamos todo –izquierda, centro y derecha–, y de ese todo, nada funcionó.
Pero, bueno, no apuremos conclusiones. Hay tiempo suficiente. La economía no va bien, la seguridad no va bien, pero (seamos optimistas) pronto habrá resultados. Lo que se necesita es ganar tiempo (considerando que lo otro se está cocinando). Se requiere mostrar que se tiene el mando y entregar, ante la justicia, a los que nos han hecho tanto daño. Uno, o varios de esos cochinos. Vamos, vamos, que se puede. (O qué, ¿de plano Peña traía tantas fichas en la mano para el intercambio? ¿De verdad tenía tantas fichas para negociar?).
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