Es realmente una tragedia que varios de los peores gobernadores del país sean de oposición. O, bueno, que hayan llegado desde la oposición. Uno puede pensar que la fama que tienen Roberto Borge Angulo (Quintana Roo) de oscuro, dictatorial, corrupto y antidemocrático le queda como traje al dedo si se recuerda que viene del Partido Revolucionario Institucional (PRI), por ejemplo; o nadie podría esperar algo bueno de Javier Duarte de Ochoa (quizás sólo los veracruzanos que votaron por él) si su mentor fue Fidel Herrera y su escuela fue el partidazo. Pero lo que está pasando con varios mandatarios estatales que llegaron por los partidos de oposición es, además de penoso, un verdadero balazo en un pie para el proceso democrático inconcluso de México.
Sostengo que la incompetencia y los arranques dictatoriales de Rafael Moreno Valle, Guillermo Padrés Elías, Miguel Ángel Mancera y Mario López Valdez hacen más daño a las causas democráticas que un Mario Marín en su momento.
Rafael Moreno Valle llegó al gobierno de Puebla por el Partido Acción Nacional (PAN), el de la Revolución Democrática (PRD), Convergencia y Nueva Alianza. Mario López Valdez, el fabuloso “Malova”, alcanzó la gubernatura de Sinaloa por el PAN y Guillermo Padrés Elías por el mismo partido en Sonora. Y los tres tienen una misma rodada: sus deseos permanentes por aplastar o comprar a la prensa de sus estados; son intolerantes ante la crítica; básicamente les incomoda la transparencia y la rendición de cuentas y tienen una enorme fascinación por desoír a los grupos civiles.
Miguel Mancera llegó por la izquierda, todita, a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, con ovación de pie de Andrés Mario López Obrador, de Marcelo Ebrard y de Cuauhtémoc Cárdenas, y no se diga de los acomodaticios “Chuchos”, que huelen el poder y brincan a donde le den vuelta a la tortilla. Pero no recuerdo un gobernante más desangelado, menos cercano con la gente, más aislado y más, ¿cómo decirlo?, triste. Un hombre que pierde 40 puntos de aprobación en un año y medio debe ser triste. Es cuando la frustración conduce al aislamiento que lleva a la tristeza. Así lo veo. Luego me equivoco pero no siempre. Mancera dijo este fin de semana que su caída de popularidad es por el Hoy No Circula. Ajá: la gente brincó de alegría, seguramente, por el aumento del Metro; por los madrazos a los manifestantes un lunes sí y otro también o por el aumento de las ejecuciones y el narcomenudeo. Feliz, la gente, dice Mancera; se acaba de molestar, hace unos días, por el Hoy No Circula. Ja.
Sin embargo, lo más impactante de estos cuatro astros de la política regional no son ellos. Al final están otros reyes de la tragedia: la parejita Duarte, por ejemplo: Javier el iracundo y César-a-manos-llenas. Muertos y dinero a carretadas. Muertos y oscuridad. Muertos y deuda. No, lo realmente impactante de estos virreyes de la oposición es la reacción de los partidos que los llevaron al poder.
El PAN nacional de plano se desentendió de Malova, mientras el Gobernador de Sinaloa agarra cobijita en el partido de los malvivientes: el PRI. El PAN nacional pide una investigación que dé con los culpables por la muerte de un niño en Puebla pero de la Ley Bala, silencio. De las balas de goma, silencio. De Facundo Rosas, silencio. El PAN nacional no voltea a ver a Sonora, tampoco, a pesar de que aquello se desmorona: no saldrá hoy, posiblemente, pero cuanto se vaya Padrés Elías del gobierno va a brincar el cochinero. Aquello está MUY fuerte. Huele sucio, podrido.
El PRD nacional está igual con los suyos. Se tardó ¡casi tres semanas en condenar la violencia en Chalchihuapan! ¡Hasta la iglesia exigió una investigación creíble! Bueno, pues es de suponerse que el PRD nacional (en manos de “Los Chuchos”) tenía tortillitas calentando en el comal de Moreno Valle, el amigo de Elba Esther Gordillo. Querría otros dos, no sé, tres kilitos más de gordas para llevar, como las de Veracruz. El PRD nacional no es crítico con Mancera y lejos de eso, se culpa a “Los Chuchos” de haberlo aislado y acercado al PRI. En fin.
Era previsible que Moreno Valle se metiera en problemas por un arranque de autoritarismo llevado al extremo, como lo era de “Malova”; era de esperarse que el proyecto panista de Sonora se viniera abajo con Padrés Elías y que la izquierda se metiera en un grave aprieto con Mancera. Los cuatro dieron señales, mucho tiempo antes, de intolerancia e ineficiencia. Pero sus partidos no hicieron absolutamente nada para evitarlo. Porque de lo que se trata, para la oposición, es de ganar elecciones; no de cumplirle a los ciudadanos. De lo que se trata para los líderes de los principales partidos de oposición, Gustavo Madero y Jesús Zambrano, es de mostrar números y no resultados reales: provocar cambios para bien en la vida de los ciudadanos.
Por eso, justo por eso, el PRI es, todavía, 14 años después de la derrota electoral de 2000, el partido de las mayorías (acarreadas o convenencieras). Por eso, a estas alturas, los mexicanos debemos seguir lidiando con los Peña Nieto: porque no hay diferencia, desgraciadamente, entre él y un Moreno Valle, un “Malova”, un Mancera o un Padrés Elías. Esa es la realidad. Los líderes nacionales de los partidos de oposición no ven lo que no quieren. Están lo suficientemente entretenidos en repartirse cuotas, en dar golpes mediáticos, en salvar el pellejo y en no cumplirle a los mexicanos. Están demasiado entretenidos en pelearse las semillas de calabaza, mientras en su carota les roban las bolsas del mandado.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Alejandro Páez Varela
@paezvarela
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