Por: Fernando Ortiz C.
La separación del Reino Unido de la Unión Europea ha sido una de las noticias más destacadas en la última semana por la relevancia de dicha decisión, aunada a las implicaciones y especulaciones que esto conlleva.
Factores para que el llamado Brexit tuviera lugar han sido discutidas, teniendo sus detractores y defensores. Algunos han catalogado como un duro golpe para la comunidad europea, presagiando una ruptura y resquebrajamiento paulatino de la comunidad de naciones.
Los temas que dieron pie para que el fallo se diera a favor de la salida fueron varios, los cuales van desde: temas de seguridad, la imposición y restricciones para el contenido de las transacciones y negocios, hasta temas migratorios y de defensa de la soberanía nacional.
Estos dos últimos temas son en los que quiero detenerme por la importancia que tiene el nuevo romanticismo nacionalista británico. Nacionalismo con tintes de xenofobia, enarbolando la bandera de una Gran Bretaña que ya no es, que dejó de ser pura cuando priorizó la entrada de miles de personas, en el momento que eran vistas como mano de obra barata y necesarias para el crecimiento de la nación. En ese momento pasó a segundo término el nacionalismo y la identidad británica, era más importante el tema económico y tener obreros que trabajaran por la nación aunque fueran extranjeros.
Los grandes capitales han dejado de estar en manos de británicos para pasar a ser parte del tesoro de inversión extranjera y de otras naciones. Esto es, para las viejas generaciones de ingleses, imperdonable y no pueden permitir que siga sucediendo.
El fénix nacionalista resurge de las cenizas que han marcado sangrientas luchas a lo largo y ancho del continente. Solo basta recordar guerras como la de Bosnia, Serbia, Croacia, que tuvo izada en algunos momentos la bandera del nacionalismo de esas naciones.
La identidad europea se ha borrado y comienza a desaparecer frente a la identidad que procede de Medio Oriente, causa que ha desatado un frenesí en contra de todos los refugiados, migrantes que proceden de aquellos países cambiando la imagen de obreros por la de invasores, cuya cultura empieza a permear a las nuevas generaciones y han trastocado lo más profundo del orgullo europeo: su identidad nacional.
Ya lo dice el filósofo euro centrista de sepa, de nacionalidad eslovena, Slavoj Žižek, “Se ha puesto de moda en los círculos de izquierda criticar al eurocentrismo en nombre del multiculturalismo”.
En nombre del muticulturalismo los ingleses han perdido su identidad, su cultura, sus tradiciones se han modificado, según dicen algunos, por la ola de extranjeros que han llegado a su país, por eso es preferible salir y reconstruir la desgastada imagen británica, aquella que añoran de la época victoriana que fue la del mayor esplendor para las Islas Británicas.
El miedo a escuchar en el centro de Londres, por parte de los nacionalistas, otras lenguas como el polaco, el árabe, el ruso ha sido el catalizador para alzar el grito de recuperar el control.
¿Qué implicaciones tiene todo esto?, la migración se comienza a ver como un crimen en el Viejo Continente, el cual parece encontrar la solución de dicha situación en la xenofobia y exacerbación del nacionalismo.
Y esto no solo se limita a Europa, sino que el discurso anti migración y con su respectivo antídoto xenofóbico ha permeado la candidatura del representante republicano en los Estados Unidos.
Medio Oriente y los conflictos que los asechan también es parte de este escenario. Centroamericanos en busca del anhelado sueño americano; sudamericanos escapando de gobiernos que cierran las oportunidades para crecer y obligan a migrar con la esperanza de buscar algo mejor de lo que se tiene. Inseguridad y terrorismo en África; salarios de pobreza, incertidumbre laboral, crimen organizado son otros motivos que incitan a las personas a migrar, acto que nuestro país sufre y se ve envuelto en esta penosa situación.
El fénix del nacionalismo empieza a resurgir de las cenizas del fuego del multiculturalismo que ha llegado al extremo de convertirse en un relativismo cultural a lo ancho y largo del planeta.
¿Será la solución poner una barrera frente a la globalización y mirar hacia la identidad de cada nación? La solución única que se encuentra es la xenofobia, ese será el futuro de la reivindicación del patriotismo, al menos es lo que parece ser en el discurso europeo. Estas preguntas se gestan al ver la partida de la Gran Bretaña y los argumentos de los votantes que dieron el sí para salir de la Unión Europea.
El miedo al otro es la pauta que parece marcar la agenda política, quedaron atrás aquellos tiempos del intercambio de ideas como forma de crecimiento, ahora recuperar la identidad es el trabajo que se llevará el esfuerzo máximo, teniendo como consecuencia conflictos ante lo que no es igual a lo que cada individuo defiende.
Ya se dieron los primeros casos de odio y ataque a extranjeros residentes en Londres, siendo las víctimas los migrantes polacos. El nacionalismo conlleva a una seguridad de lo que se es y puede ser la llave para lograr una sociedad unida, claro que sin la apertura de voltear a ver a otras sociedades, el etnocentrismo se gesta como el arma de lucha en la actualidad.
La pregunta queda en el aire, mientras toma cada vez más fuerza el ímpetu nacionalista en Europa, la cuestión es ¿el nacionalismo es la solución a los problemas de seguridad que padece el continente? Mientras tanto el espíritu nacionalista en Europa comienza a tomar fuerza. Crimen no es migrar, el verdadero crimen está en orillar a que las personas migren en contra de su voluntad.
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