El gobierno de Enrique Peña Nieto pretende hacer virtud de sus incapacidades. La reaprehensión de Joaquín “El Chapo” Guzmán se ha convertido en una intensa campaña propagandística para sepultar las complicidades que permitieron para que el capo sinaloense se fugara hace medio año.
El escepticismo con que la recaptura fue recibida en la prensa extranjera se debió a que el gobierno mexicano le ha dado vuelta a las responsabilidades que hay detrás de la evasión de Guzmán Loera.
Cuando ocurrió la fuga, la pregunta fuera de México era por qué Peña mantenía en su cargo al principal responsable, el secretario Miguel Ángel Osorio Chong.
De él dependían directamente los encargados de vigilar al narcotraficante más buscado del mundo: la Comisión Nacional de Seguridad, la División de Inteligencia de la Policía Federal y la entidad responsable de los penales federales, el Órgano Administrativo de Prevención y Readaptación Social. Excepto a la coordinadora de prisiones federales Celina Oseguera Parra, Osorio sólo movió a quienes ocupaban esos cargos.
También se mantuvo el director del principal aparato de información del Estado mexicano, el Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen). Una eventual salida de Eugenio Ímaz tendrá que ver más con asuntos de salud que por su fracaso en detectar las operaciones de Guzmán dentro y fuera del penal del Altiplano.
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