Un análisis de lo que está detrás de la dependencia a EU o el proyecto de nación que se ha ido olvidando con los años
Lorenzo Meyer asegura que no es necesario buscar utopías para nuestro país, cuando lo que necesitamos en realidad es construir algo menos brutal, humillante y corrupto de lo que tenemos
Por Juventino Montelongo
De acuerdo con la Real Academia Española, la distopía es una “representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”.
Dos palabras resaltan en esta definición: ficticia y futura. Al hablar de una distopía tendríamos que remitirnos, por definición, a algo que aún no llega o llegará gracias a la ciencia ficción o a la visión desencantada de un escritor pesimista.
Sin embargo, un tercer elemento hace que esa “distopía” cobre otra dimensión, menos ficticia y futura: la alienación.
Este malestar tiene su raíz en el descontento social, económico o cultural, que en México es provocado por la clase política dominante gracias a los cientos de casos de corrupción, abuso de poder o a la segregación social que trata a las personas como mercancía, cuyo valor es impuesto por la mano nada invisible de un par de familias.
Cada vez que la clase política mexicana ha buscado la salvación en Estados Unidos, la realidad ha quedado muy por debajo de sus expectativas
Que un político haya dado medicamentos falsos a niños con cáncer, que otro pacte con el crimen organizado o que el criminal más buscando del mundo escape en repetidas ocasiones de una prisión de máxima seguridad parecerían argumentos para un cuento donde el personaje principal sería de lo peor.
Pero, tal como dicen, la realidad supera a la ficción y más que argumentos, existen políticos como los del PRI que se han esforzado en superarse a sí mismos comos si se tratara de una competencia para ver quién es el más corrupto, codicioso o mentiroso, definiciones que parecerían poca cosa al pensar en nombres como Javier Duarte o nuestro cada vez menos querido presidente Enrique Peña Nieto.
En nuestro país, diferentes periodistas como Carmen Aristegui, Sergio Aguayo, Álvaro Delgado o Lorenzo Meyer se han encargado de documentar esta distopía que la clase política se encarga de escribir día a día.
Justamente éste último, Meyer, acaba de sacar un libro donde hace un recuento del gobierno mexicano, pero no sólo de la última administración, sino que ejemplifica con la historia de nuestro país para darnos un panorama completo del por qué estamos sufriendo, por poner sólo un ejemplo, por el aumento en el precio de la gasolina.
La actual inestabilidad mexicana es sistémica y los responsables de esa situación no son los que protestan
Esta publicación dividida en 12 capítulos aborda temas cruciales para la República y quienes vivimos en ella: la dependencia económica y de seguridad que tiene México hacia Estados Unidos, los males electorales, el lenguaje de los autoritarios, el petróleo o capítulos violentísimos como los vividos en la matanza de Tlatlaya o la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa.
Meyer nos asegura que el panorama político descrito en el libro no tendría por qué interpretarse como una verdad absoluta ni mucho menos única, ya que la ciencia política, como tal, dista mucho de ser una ciencia en sí y tiende a servirse del análisis y las reflexiones subjetivas de quien observa su entorno.
Sin embargo, no hay que olvidar que ésta intenta imaginar “mediante el análisis y la historia, si no una utopía de nuestro sistema político, una forma de dar cara a las distopías que tienen a México contra las cuerdas”.
Lorenzo Meyer
Editorial Debate
$349
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