Señalan que nunca vieron el rostro del chofer
“Después de una hora escuché que lloraban, que pedían agua. Y yo también sudaba. Toda la gente se desesperaba”, contó el sobreviviente
Adán Lara Vega pagó 5 mil 500 dólares para viajar a Estados Unidos, donde en su traslado estaba incluido un camión con aire acondicionado, sin embargo, el mexicano de 27 años se subió junto con sus amigos a un oscuro remolque de metal de un camión que no tenía ventilación, en donde finalmente murieron 10 personas.
“Después de una hora escuché que lloraban, que pedían agua. Y yo también sudaba. Toda la gente se desesperaba” narró a la agencia The Associated Press desde el hospital de San Antonio, dada a conocer por El Mañana.
El joven contó que todo comenzó cuando se subió a un tráiler en la ciudad fronteriza de Laredo, Texas, junto con seis amigos suyos, todos originarios del estado de Aguascalientes. Cuenta que cuando él se subió al vehículo éste ya estaba lleno de personas, entre ellas varios niños, cuyas voces recuerda pidiendo agua.
Pese a esto nunca vio el rostro de los conductores, ya que una de las condiciones es no ver la cara de los encargados.
Además de él, otro de los sobrevivientes, cuyo nombre prefirió omitir, contó a los agentes de la División de Investigaciones Internas de la Oficina de Inmigración y Aduanas que se dirigió a Nuevo Laredo, Tamaulipas, para ser llevado a San Antonio, por lo que una vez llegando tenía que pagar sus respectivos 5 mil 500 dólares.
Él contó cómo en la primera hora de viaje todo parecía estar bien, sin embargo, después de esto varias personas comenzaron a tener problemas para respirar, por lo que algunos incluso se desmayaron. Ante esto, comenzaron a golpear las paredes del tráiler y hacer ruido para que el chofer los escuchara, lo cual fue en vano ya que el conductor nunca se detuvo.
Debido a esto hicieron un hoyo en la pared de la unidad para contar con ventilación, turnándose para poder respirar por él.
Fue hasta que llegaron a San Antonio, Texas, que la unidad se detuvo de golpe, lastimando a varias personas, luego las puertas se abrieron y la gente comenzó a salir.
El segundo entrevistado comentó que al menos seis camionetas deportivas estaban esperando a las personas en dicho lugar. Así, al llenarse las unidades, en cuestión de minutos, se fueron del lugar sin poder ver quién abrió la puerta ni quién era el conductor.
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