Tras el desastre ecológico en Sonora, donde una mina derramó miles de litros de ácido sulfúrico en dos ríos, el Gobernador de Sonora y el Gobierno Federal se enfrascaron en una guerra: la manzana de la discordia eran los privilegios a Grupo México, dueños de la mina.
A partir de ese momento, se desencadenó una guerra de declaraciones y acusaciones que culminó con una balconeada contra el mandatario sonorense, Guillermo Padrés. Y mientras ellos se siguen peleando, los principales afectados de la devastación son los ciudadanos.
A continuación una reseña de lo que ha ocurrido, con un guión propio para una obra de teatro.
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