-Alejandro Páez Varela
Fue el jueves 4 de diciembre de 2014. Habían pasado apenas dos meses de la desaparición de los 43 jóvenes normalistas. El Presidente Enrique Peña Nieto no había puesto un pie en Guerrero en todo ese tiempo pero ese día había aterrizado en Coyuca de Benítez para inaugurar un puente en Acapulco. Ni siquiera para eventos relacionados con la inseguridad.
Allí dijo que su gobierno estaba decidido a resolver el caso y evitar que hechos así se repitan y apoyar el desarrollo de la entidad, bla, bla. “[Los hechos relacionados a la desaparición de los 43] lastiman a toda una sociedad que quiere vivir en paz, que quiere vivir en orden, que quiere vivir con tranquilidad”, dijo.
Luego expresó: “Quiero convocarles para que con su capacidad, con su compromiso con su estado, con su comunidad, con sus propias familias, hagamos realmente un esfuerzo colectivo para que vayamos hacia delante y podamos realmente superar este momento de dolor”.
“Superemos esta etapa –agregó–, demos un paso hacia delante”.
Insisto en la fecha. Habían pasado dos meses desde la desaparición de los muchachos; dos meses en los que Jesús Murillo Karam y su equipo acomodaban evidencia acá, escondían otra por allá, elaboraban dibujitos y un video y movían medio planeta para exculpar a los militares que estuvieron esa noche del 26 de septiembre en Iguala.
Dos meses: los padres seguían pensando que los chamacos estaban perdidos en la sierra, o que estaban secuestrados. Dos meses: todavía tenían fuerza para no dejar aflojar el cuerpo y mantenerse en vela.
Y luego, el famoso “superemos esa etapa”. Una falta de tacto irreparable. Falta de respeto.
Como el “misión cumplida”. Aquellas fueron tres palabras (“superemos esa etapa”), éstas son dos. Al menos se editó, se hizo más chico, se acortó el gazapo. Pero sigue siendo un gazapo. Una profunda, profunda falta de sensibilidad. “Misión cumplida” con dos mil 500 agentes de inteligencia, mientras por todo el país escurre la sangre. Insensibilidad pura. Falta de tacto y falta de respeto.
Se veía venir: al inicio del sexenio, en medio del “luto nacional” por el ataque o la explosión o lo que fuera que pasó en las Torres de Pemex, el Presidente se va ¡de vacaciones con la familia! a Punta Mita.
O cuando se sigue de viaje por Francia al enterarse de la fuga de Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera. O cuando la República entera reclama una explicación por la “casa blanca” y el Jefe del Ejecutivo toma un vuelo a China.
Tache, tache, tache, tache.
Puedo seguir con los ejemplos, y todos me dicen una sola cosa: hay una completa desconexión entre los que están allá, arriba, y los que viven el México real acá, abajo.
***
Ahora hay cinco muchachos desaparecidos en Tierra Blanca, Veracruz. Todo lo que sabemos hasta hoy es de horror. Los colegas Laura Rojas e Ignacio Carvajal, deBlogExpediente, han dado con historias que hablan de negligencia criminal por parte del gobierno de Javier Duarte de Ochoa. Lo cuento en tres patadas: Marcos Conde Hernández, detenido por su posible vínculo en la desaparición, trabajó como comandante nocturno en la Policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río (PIVB), “corporación disuelta por Duarte de Ochoa ante los señalamientos de infiltración total por parte del cártel de Los Zetas”.
Aún así, ingresó a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) como oficial. Ascendió a mando, a subdelegado, y finalmente a delegado en Tierra Blanca. “Durante su paso por la ciudad de José Cardenal, en el municipio de La Antigua, se acumularon denuncias por secuestro de civiles, e incluso de policías municipales, a bordo de patrullas de la Policía Estatal, de la cual Conde Hernández era parte”.
La noche del 28 de marzo de 2008, la Sedena detuvo y desarmó a Conde y a otros mandos. Eso derivó en un enfrentamiento verbal e incluso “hubo corte de cartucho entre soldados y gendarmes”.
“No pasó ni una hora de detención y Conde recuperó su libertad, pero esas grescas entre soldados, marinos y oficiales de la PIVB se volvieron habituales en 2008 y 2009. En las solicitudes de información 0000700169910 y 0000700170010, la Sedena informa al menos de seis enfrentamientos con elementos de la PIVB y soldados en los cuales se documenta cómo los primeros ayudaban a sospechosos a escapar de las detenciones: en algunos casos ‘usaron sus patrullas para obstruir el paso de las unidades castrenses’ cuando estos se encontraban detrás de algún presunto delincuente. Si algún elemento de la delincuencia era seguido por los soldados, en cuestión de minutos docenas de patrullas de la Inter arribaban para allanarle el camino y comenzar la pelea verbal con los soldados. Esos documentos también señalan docenas de irregularidades en la licencia colectiva de armas para el estado de Veracruz, desde armas extraviadas, hasta alteraciones en números de serie”.
Resumo todo lo anterior en esto: alguien arriba apuntalaba a Conde Hernández. Hasta los soldados le pelaban los dientes, hágame usted el favor.
Ahora, insisto, hay cinco muchachos desaparecidos en Tierra Blanca.
Y los padres no van a superarlo en dos meses, evidentemente.
***
Durante meses, y meses, y meses, organizaciones civiles y periodistas han denunciado al Secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita. Se le vincula con distintos delitos serios. Se sospecha de él, incluso del origen de su patrimonio personal. El multihomicidio de Narvarte trajo otra vez su nombre pero no era la primera vez.
Quien quiera saber más de Arturo Bermúdez puede meterse a Google y listo. Tampoco es tan difícil. No se necesitan 2 mil 500 agentes 007 para saber de qué va. Así como había denuncias contra Marcos Conde Hernández, las hay contra Bermúdez Zurita.
El sexenio va en su segunda mitad. Ha habido mucha soberbia, mucha arrogancia, un exceso de falta de sensibilidad. Hay cinco muchachos desaparecidos y detrás de esos cinco, hay otros cientos, miles quizás, sólo en Veracruz.
Y no creo que las familias vayan a superarlo. No creo que esas familias, que lloran a sus desaparecidos o a sus muertos, sientan que este gobierno ha cumplido misión alguna.
Si fueron capaces de ir por un criminal al infierno mismo, dejen a un lado las politiquerías y vayan por los otros que se esconden en Veracruz. Esas sí son misiones cumplidas. Y no lo digo yo: lo dijeron ayer los mismos padres, en una carta:
“Reiteramos que NO CONFIAMOS en la Policía Estatal porque fueron ellos quienes se llevaron a nuestros hijos y los entregaron a una célula del crimen; como hoy se sabe 3 de los 7 policías detenidos, incluido el delegado de la policía en Tierra Blanca, son presuntos responsables. Ellos no habían pasado los controles de confianza y seguían en activo. […] Al Presidente Enrique Peña Nieto le recordamos que en Veracruz no hay #MisiónCumplida”.
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